Una vez más

Vista desde la casa parroquial. Un paisaje imponente y el volcán Agua.

una vez más…

me puse en camino. Abandoné cosas conocidas para seguir caminando en otro sitio. Luego de dos años en Idar-Oberstein y tres „entre semanas“ en Bad Sobernheim, la entrada a Guatemala para comenzar con mi nuevo cargo en la Congregación Evangélica Luterana La Epifanía en Ciudad de Guatemala, se acercó a una distancia palpable.

El viaje vía México se convirtió en una pequeña aventura, ya que el aeropuerto en Ciudad de Guatemala estaba parcialmente abierto, pero solo se podían reservar vuelos vía Estados Unidos y nosotros, por probablemente razones generalmente comprensibles, no lo tuvimos en cuenta.

La primera etapa de nuestro viaje fue hacia el aeropuerto de Frankfurt a nuestro hotel. Tuvimos que llegar un día antes del vuelo para tener suficiente tiempo para obtener el test de Corona. Todo marchó de manera rápida y profesional con dicho test.

Segunda etapa: así pudimos pasar a bordo al siguiente día con nuestros resultados negativos. Con excepción de la obligación de usar tapabocas no se notó mucho el tema de Corona. El avión de Lufthansa, un Boeing 747, estuvo casi con el cupo completo. En Ciudad de México nos recibió un clima lluvioso, gris y frío. Sin embargo estábamos contentos de haber logrado concluir la primera parte de nuestro viaje con nuestras seis maletas.

No se podía sin tapabocas – y eso por 11 horas – excepto para las comidas
Debajo de nosotros en algún momento las Bermudas

Tercera etapa: en la segunda mañana seguimos el viaje con un vuelo nacional en dirección a la frontera mexicana-guatemalteca a Tapachula. A unos 30 Grados nos recibo un guía turístico para llevarnos a Ciudad Hidalgo, en la ribera del río Suchiate. Al otro lado del río, aún fuera de nuestra vista nos esperaba Ciudad Tecún Umán. Las anteriores etapas estuvieron marcadas por preguntas temerosas: nuestras maletas no serán demasiado pesadas, los test saldrán negativos, saldrá todo bien con los documentos de viaje, es decir con nuestros pasaportes oficiales, así comenzó en Ciudad Hidalgo la parte realmente aventurera del viaje. Tuvimos que transbordar a dos bicitaxis. Uno nos llevó a nosotros y el otro nuestras maletas primero hacia el control de la aduana mexicana. Luego seguimos en una etapa de montaña de cuarta categoría por encima de la cúpula del puente que atraviesa el río Suchiate. Me llamaron la atención las muchas balsas que aparentemente estaban de camino sin control alguno entre entre ambos países. Más tarde me enteré a través de un miembro de la iglesia, que se trata de contrabandistas a los que se les permite hacer compras. Por la mañana van hacen una balsa, hacen compras en México y en la tarde regresan. Durante el ingreso a Guatemala las apabullantes temperaturas fueron lo más desagradable. Mientras los últimos formularios eran diligenciados en una pequeña construcción de la aduana nos corría el sudor cuerpo abajo. Más que felices por nuestro ingreso a Guatemala nos recibieron Hartmut, el presidente de la iglesia y Rolf el tesorero.

Con el bicitaxi rumbo a Guatemala.

Ultima etapa parcial: un viaje en carro de casi siete horas nos llevó desde la frontera a lo largo de la Costa Pacífica – aunque nunca llegamos a ver el océano – a la capital y a nuestro nuevo hogar. Por momentos nos tocó atravesar una tormenta subtropical en la que los rayos y truenos caían muy cerca de nosotros y las calles se convertían en piscinas. Agotados pudimos entrar en la casa parroquial y caímos inmediatamente en la cama.

Nos recibió un sol brillante a la mañana siguiente y nos presentó un paisaje maravilloso hacia las nuevas montañas de la casa, ante todo hacia el volcán Agua. En los próximos años ese será nuestro panorama… y a veces, como anoche, vamos a ser espectadores de un espectáculo único, cuando el volcán activo Pucaya aclare la oscura noche con sus candentes ríos de lava en el horizonte.

El volcán Pacaya lanza hace semanas candentes masas de lava hasta 400 metros de altura – el río de lava se podía ver anoche desde el dormitorio. .