Erizo o zorro

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La fe es la victoria que venció al mundo

1 Juan 4, 5b

Queridos hermanos,

Desconcertados observamos el infame crimen ocurrido en Halle hace pocos días. Los políticos no encuentran palabras. Se habla de signos de alarma. Max Czollek, miembro de Lyrikkolletivs G 13 (colectividad lírica de poetas) escribe sobre ello de manera inequívoca: Fueron señales de alarma, cuando cerdos cortados por la mitad fueron lanzados frente a las sinagogas, cuando personas fueron abordadas groseramente o un político habló de  excremento de pájaro. (Spiegel-Online)

No otra vez, podrán pensar algunos.

Eso nunca termina? Estamos en el año 2019 y no en 1938.

Surgen recuerdos.

“Conviértanse de una vez por todas a Cristo Jesús, nuestro Señor!”

Siento que me hace recordar las discusiones de mi época de estudiante en los años 80, igualmente las amargas discusiones años después en retiros parroquiales en los noventas.

El judío convertido al cristianismo está fuera de peligro. Eso dijeron en ese entonces. Y el único camino es Jesucristo.

El antisemitismo intelectual, como el de la calle, sigue vivo. Muestra cada día sus prácticas inhumanas,  atontado por una visión miope, burda y  la constricción de todo aquello que nos rodea a diario y que supuestamente hace que la vida sea un valle del infierno.

La fe es la victoria que venció al mundo.

Quiero esconderme frente a cosas tan asquerosas, olvidar toda suciedad y porquería de este mundo.

Quiero zambullirme en otro mundo.

Quiere el autor de la primera carta de Juan invitarme a zambullirme?  

Deseaba el mismo en ese tiempo, a finales del primer siglo, marcado por su persecución, encontrar la paz?

Pero cómo dejar atrás lo abominable y vergonzoso sin sucumbir  por ello interiormente.

Para las víctimas de violencia y terrorismo la vida no sigue así de fácilmente. Llevan heridas que nunca van a sanar completamente.

En“La llamada de la tribu”, así se llama el notable libro del autor nacido en Perú y que hoy vive en Madrid, Mario Vargas Llosa, una cita me gustó especialmente. Entre los fragmentos del poeta lírico griego Achilochus se encontró esta frase: “El zorro sabe muchas cosas, pero el erizo sabe una gran cosa.” (ebd. S. 262)

El erizo es, entre nosotros los humanos, el descubridor, el hacedor, el conquistador, el tirano. Su visión reduce todo a su manera de ver las cosas. Su verdad es la única. Uno la cree o se condena.

El zorro no puede hacer otra cosa que escudriñar en todas las cosas. El no está en la búsqueda de esa única verdad. E incluso en donde se convierte en descubridor, sabe que todo eso no es duradero. Le parecen más importantes los valores como la tolerancia, la libertad y el respeto ante la personalidad de cada individuo.

Mientras que el erizo se convierte rápidamente en fanático, el zorro se muestra escéptico. Las cosas, también la pregunta si existe Dios, no se dejan responder de manera concluyente.

Quién somos? Erizo o Zorro?

Yo me siento más identificado con el zorro.

Simultáneamente estoy siempre en la búsqueda de la verdad.

Tener claridad en los pensamientos y en las acciones, orden en las cosas de la vida cotidiana, me facilitan la vida.

Y luego me vuelvo a perder en otra realidad y encuentro una nueva verdad.

Para algunos esto es una señal de debilidad de carácter o una expresión de una persona que no tiene un cimiento real.

Un país, un credo, un dirigente

Me doy cuenta que la historia sale a mi encuentro.

Todas las historias e informes se abren camino.

Veo personas con números en sus cuerpos.

Montañas de ropa, gafas y cabello

Detrás del velo de mi pensamiento aparece un mundo abismático, un mundo sobre el que pasa una tormenta de fuego de soberbia humana que deja huellas de devastación. 

 

Cómo puede un ser humano levantarse de esa manera por encima de los demás? Estoy perplejo.

La fe es la victoria que venció al mundo.

No encuentro sentido en estas palabras que normalmente son tan familiares para mi.

Cómo dejar al mundo atrás?

Cómo se vive sin el y ser?

En dónde comienzo? El mundo es tan grande. Voy a comenzar con el país que mejor conozco, con mi propio país. Pero mi país es tan grande. Mejor comienzo con mi ciudad. Pero mi ciudad es tan grande. Mejor comienzo con mi calle. No, con mi casa. No, con mi familia. No, que va. Comienzo conmigo.(Elie Wiesel)

Comienzo conmigo

No he vencido al mundo para nada.

Se me acerca demasiado, cada día de nuevo.

Tan cerca, tanto que a veces duele.

Será que Dios siente mi dolor?

En el dolor cruel e inhumano en nuestros días, en el dolor por la pérdida de un ser querido, Dios está cerca de nosotros.

En eso creo y en ello me sostengo.

No quiero buscar a Dios en otro lugar que en el dolor. No puedo separarlo de mi ni de mi vida.

Y porque eso es así para mi, protesta en mi dolor, que también es el de El, la vida, contra enfermedad y muerte, maldad y vergüenza, asesinato y homicidio.

Repentinamente puedo ver en el dolor más grande algo diferente.

Veo un resplandor de luz.

Tengo que concentrarme para poderlo percibir.

Y, aunque estoy rodeado de oscuridad, parece brillar fuerte.

De eso me puedo prender en estos días, me llega.

“El pueblo que andaba en la oscuridad ha visto una gran luz;

sobre los que vivían en densas tinieblas la luz ha resplandecido”

Isaías 9,2

Solo así, me parece a mi, puedo vencer el dolor que sentimos en Dios junto con El… y con ello al mundo, la realidad del dolor.

Nuestra historia llena de dolor se levanta, Dios sea con nosotros, por encima de nosotros y de ella, porque su reino es de este mundo, pero muestra ora cara. Gracias a Dios. Amén.

Kirchenbollenbach, 13.10.2019