Golpeen la olla

Isaías 66

5 ¡Escuchad la palabra del Señor, vosotros que tembláis ante su palabra!: «Así dicen vuestros hermanos que os odian y os excluyen por causa de mi nombre: “¡Que el Señor sea glorificado, para que veamos vuestra alegría!” Pero ellos serán los avergonzados. 6 Una voz resuena desde la ciudad, una voz surge del templo: Es la voz del Señor que da a sus enemigos su merecido. 12 Porque así dice el Señor: «Hacia ella extenderé la paz como un torrente, y la riqueza de las naciones como río desbordado. Vosotros seréis amamantados, llevados en sus brazos, mecidos en sus rodillas. 13 Como madre que consuela a su hijo, así yo os consolaré a vosotros; en Jerusalén seréis consolados.» 14 Cuando veáis esto, se regocijará vuestro corazón, y vuestro cuerpo florecerá como la hierba; el Señor dará a conocer su poder entre sus siervos, y su furor entre sus enemigos. 

 

Queridas lectoras y queridos lectores,

En los últimos días la vida social se detiene cada vez más. Todavía se escucha ruido en algunos lugares a algunas horas. Pronto, es lo que se teme, un gran silencio inundará las calles y las plazas. La gente tomará afanada el camino hacia su trabajo con la mirada dirigida al suelo. Tomarán furtivamente el último paquete de papel higiénico cuando vayan de compras. Nos esconderemos detrás de las puertas de nuestras casas y apartamentos como si fueran una barricada. Esperar. Esperar. Esperar. Día tras día. Vamos a dejar de contar los días, porque da lo mismo. Miraremos por la ventana con disimulo y recordaremos la vida que hasta hace poco nos  parecía tan obvia.

Hace rato comenzaron los días inquietantes. El trabajo en casa no nos hace felices realmente. Eso fue todo? Llegó también mi final? No debería por lo menos otra vez… Qué? Esquiar. Nunca he estado en Venecia. Por qué pospuse ese viaje tan anhelado a donde mis amigos una y otra vez? La tumba de los abuelos, ay, si la hubiera arreglado hace semanas. Pero qué relación tienen los muertos con el virus que le roba el aliento a todo el mundo?

Y nosotros qué relación tenemos verdaderamente con este acontecimiento que está tan cerca y al mismo tiempo tan lejos, tan real como inimaginable?

Cómo me puedo proteger? Esa es la pregunta de la hora. Existe una protección contra la vida? Dios no ha dejado llover saltamontes del cielo como en los tiempos de Moisés. No, ese Dios al que me aferro en estos tiempos, no tiene nada que ver con eso.

La alegría por el siguiente día, la esperanza de las próximas vacaciones, el visitar un concierto planeado hace tiempo, se ha perdido por completo para nosotros. Qué valor tiene la primavera si la debo observar a través de una ventana gris?

Siento que mi estado de ánimo se nubla día a día. El lienzo blanco en mi estudio me mira. Me falta toda motivación de salpicar el blanco con colores alegres.

Si pudiera cantar, cantaría un canto de lamentación. No es simplemente mal humor el que me invade. Riño con el tiempo que nos arrolla en estos tiempos. Por qué tiene que pasar eso ahora? Es fin de semana. Normalmente temblaría con mi equipo para que mantenga la clasificación. Y me sentiría tan vivo.

Tenemos el derecho de tener siempre buenos tiempos? No es la vida siempre un sube y baja? Y si, en estos momentos un poco violentamente en una sola dirección. Me doy cuenta que jamás me había sentido tan limitado e indefenso.

Ves solo el otro lado de la vida en estos momentos, dice algo dentro de mi. Silenciosamente asiento internamente.

“Todo va a estar bien!” Cuantas veces he dicho esa frase y la escucho y pasa a través de mi. “Si!” Algo se rebela en mi. La vida no puede hacer otra cosa que desplegarse nuevamente una y otra vez. 

Miro hacia el balcón y veo al pequeño retoño de arce. Despertó a la nueva vida en estos días. Hace unos días, cuando arreglé las macetas casi lo arranqué . Ahora se despliegan sus primeras hojas, tímidas aún pero inconfundibles.

Nuestras piernas pesan mucho en estos días. Nos movemos muy poco.

“los cuerpos florecerán como la hierba”.

Tal vez estoy expuesto a la vida más indefenso de lo que quise creer hasta ahora. Pero mientras pueda sentir la fuerza dentro de mi, quiero dirigirla hacia otra dirección. Hacia la vida. Una vida que existe también en estos tiempos.

Anteriormente me gustaba preguntarle a las alumnas y alumnos: “Si supieran que solo les queda poco tiempo por vivir, qué harían?”

Es una pregunta retórica, que a la persona sana le sugiere el lujo de tener tiempo de querer algo y de volverlo a aplazar.

Simplemente preguntémonos y no lo aplacemos.

En el internet leí sobre una mujer que enfermó por el virus y se hizo justo esa pregunta. Ahora arma rompecabezas, no lo había hecho nunca y esta felice.

Hacia dónde se dirige tu pasión en estos días? Algo que no te pueden quitar en estos días. Y si lo encuentras, hazlo… y cuéntales a otros sobre ello desde el balcón. Tal vez agarras antes una olla y una cuchara y haces mucho ruido. Es más bonito si otros escuchan cuando comenzamos a hablar sobre lo que nos mueve y lo que nos hace estar felices a pesar de todo.

Amén