Como si

Sermón del 2. Adviento

La Epifanía – Ciudad de Guatemala

5 de diciembre de 2021

Pastor Thomas Reppich

Jesaja 63,19-64,3

19 Nos sentimos como si nunca nos hubieras gobernado, como si tu nombre nunca se mencionara sobre nosotros. Sal del cielo, baja y deja temblar las montañas en tu presencia. 1 Ven como fuego que enciende palos y hace hervir agua, para que tus enemigos conozcan tu nombre y las naciones de ti se aterroricen. 2 Haz cosas aterradoras que no nos atrevimos a esperar, desciende y haz temblar los montes delante de ti. 3 Porque desde el principio del mundo nadie ha oído, percibido ni visto con sus propios ojos que haya otro Dios fuera de ti, ninguno que defienda a los que esperan en él.

Queridos hermanos,

hace años tuve un encuentro muy particular. Hasta hoy me sigue conmoviendo. Fue cuando fui a visitar a un viejo amigo:

„¿Qué ha sido de mí?“ Esas son las primeras palabras que escucho cuando entro a la sala. Trato de orientarme en la oscuridad de la habitación. Ya estuve algunas veces de visita. Acepté con gusto algunas invitaciones. Viví horas inolvidables. La mayoría de veces se hizo muy tarde. A veces incluso tomamos nuestro primer café al amanecer en el balcón.

No parece haber quedado nada del antiguo espíritu de celebración. El aire está enrarecido, como si hiciera mucho tiempo no hubieran ventilado. Una persona, la que me abrió la puerta y a la que nunca había visto antes, desapareció rápidamente en la cocina y se escucha el ruido de platos.

Lentamente me acostumbro a la iluminación tenue. Allí está acostado, mi viejo amigo, desechado como una chaqueta vieja, drapeado sobre el sofá. 

„¡Entra amigo mío!“

Algo me impide abrazarlo y saludarlo como solía hacerlo. Me detengo. Preferiría dar la vuelta para desaparecer inmediatamente.

„¿Dime, que te pasa?“, pregunto sin seguir saludándolo.

Quiero pronunciar su nombre, pero no llega a mi mente. Esta persona no tiene nada en común con el amigo que conozco hace muchos años.

Él me mira de manera interrogante. Yo evado su mirada de perro fiel. Me digo que hubiera sido mejor no venir y me dejo deslizar en un viejo sillón de cuero.

Guardamos silencio.

„¿Qué ha sido de ti?“

Mi voz suena enérgica.

„Pues“, escucho decir después de un rato. „El mundo se ha apartado de mí. Tú tampoco eres capaz de acercarte a mí. Callas mi nombre. ¿Siquiera me recuerdas?“

No me siento dispuesto a contestarle.

„Eso es lo que estoy diciendo“, lo escucho lamentarse.

¿Qué es lo que dices?“, quiero saber. Sus remilgos me provocan.

„¡Mírame!“ Responde él. „Estoy más muerto que vivo.“

„Tal vez deberías encender la luz y ventilar. Aquí apesta.“

„¿Viniste para acusarme?“

Percibo un brillo en sus ojos. Ahí está, esa voluntad a veces indomable, que conozco demasiado bien.

„¡Dímelo!“ Nuevamente me abstengo de responder. Le devuelvo la pelota. Por un momento me da lástima de él al verlo allí acostado.

„Por supuesto que no.“ lo interrumpo y no le doy oportunidad alguna para contestar.

„¡Así que dime lo que te agobia! ¿Por qué estás en un estado tan lamentable?“

Mi amigo se toma su tiempo. En eso se mantiene fiel a sí mismo. No es alguien que simplemente comience a hablar.

„Dios se apartó de mí. Y como si no fuera suficiente, todos aquellos que estuvieron a mi lado a lo largo de los años, también. Y tú… tampoco pareces ser mejor.“

„Así que Dios se apartó.“ Repito. Desisto de confirmarle que su hija fue la última que se salió de la comunidad doméstica.

„¿Por qué tienes pensamientos tan absurdos? ¿Por qué debería alejarse Dios de uno de sus siervos?“

„Perdí todo contacto con él. Es como si él nunca hubiera sido parte de mi vida. ÉL se olvidó de mí. Peor aún: ÉL nunca me conoció realmente.“

„¿Pero ahora no esperas que se baje del cielo y haga temblar tu casa?“

„¿Por qué no? Así podría sentir que él aún está aquí.“

„El todavía está aquí. Abre los ojos… Perdona, aquí está completamente oscuro.“

Mi amigo se tiene que reír.

De repente algo se abre en él. La pesadez comienza a diluirse.

„Ven siéntate a mi lado… como antes. ¿Oramos? ¿Es decir, puedes hacer tú una oración?… yo no estoy realmente conmigo mismo.“

Hago caso a su petición y digo una corta oración:

„Desde el principio del mundo eres Dios. Nunca escuché que hubiera otro fuera de ti. Y sin embargo a veces tengo dudas. Ocurren cosas que no comprendo. Las personas se han alejado de mí. Se ha retirado la vida de mis extremidades. Muéstrate, para que pueda respirar y pueda encontrar serenidad y paz.“

„Amén.“ Escucho decir a mi amigo.

Él coge mi mano y la aprieta fuerte.

„¡Gracias, mi querido! Dios te ha enviado. A veces se necesita de un buen amigo para no olvidar lo que es, a pesar de todo.“

Que Dios también se muestre a nosotros de manera especial en estos días. Eso es lo que les deseo. Eso es lo que deseo para mí. 

Se habla mucho en el tiempo de adviento de una estrella especial. Lo que para mí es único de las estrellas es que brillan aunque uno no las pueda ver en el momento. Desde la distancia su brillo viene a mí. Y de repente, cuando ya no cuento con ello, algo empuja la nube de mi vida a un lado… y yo veo la estrella brillante.

¡Dios está conmigo siempre y en todo lugar! ¡Vayámonos a casa con esta idea y permitamos, que el resplandor brillante también se apodere de nosotros! 

Amén.