
Historia para la Nochebuena
24.12.2021
La Epifanía de Pastor Thomas Reppich
Hace algunos años una alpaca llamada Tiki vivía en las montañas de Perú. Desarrolló una relación especial con su abuelo a una edad temprana. Ella lo amaba por encima de todo. Nadie era capaz de contar historias tan maravillosas como él.
Un día él le contó la historia del Niño Jesús. Aunque ella nunca había escuchado nada sobre los humanos y mucho menos había visto uno, la historia le pareció tan emocionante, que su abuelo se la tuvo que contar una y otra vez.
Llegó un tiempo en el que hubo una gran sequía en todo el país. Incluso en las montañas hacía tanto calor que los pastos de las alpacas que normalmente eran jugosos se secaron. En una de esas noches, en las que casi no refrescaba el aire, Tiki estaba tendida en su lugar para dormir. Como no podía dormir, se quedó observando el cielo de estrellas. Una de ellas llamó especialmente su atención.
Mientras admiraba la estrella brillante, tuvo que pensar en la historia del Niño Jesús, que su abuelo le había contado tantas veces. También en ella había una estrella especial. Y allí también aparecían tres sabios de Oriente, que siguieron a la estrella hasta que llegaron a donde le Niño Jesús y lo adoraron.
Tiki tomó una decisión. También se pondría en camino. No podía ser una coincidencia que esa estrella estuviera brillando tanto. Tal vez la estrella le mostraría también a ella el camino hacia un lugar especial.
En la siguiente noche Tiki se puso en camino de manera desapercibida. Al amanecer ya había recorrido muchos kilómetros hacia abajo hacia el valle. Ella conocía bien el camino. Su abuelo la había llevado algunas veces hasta allí.
Cuando Tiki quiso calmar su sed y estaba agachada sobre la superficie del agua de una quebrada, de repente algo extraño apareció junto a ella en el reflejo del agua. Ella se asustó terriblemente y dio un salto hacia un lado.
„No tengas miedo, no te haré daño“, le dijo un niño.
„¿Quién eres?“, quiso saber el niño.
Por extraño que parezca, Tiki entendió cada una de las palabras del niño.
„Yo soy Tiki ¿Y quién eres tu?“
„Pepe, me llamo Pepe.“
„¿Qué haces aquí?“
„Bebo agua, como puedes ver“, respondió Tiki algo atrevida. Su mamá le inculcó de mantenerse alejada de los humanos. Le contó que ellos atrapan alpacas y luego las venden a los zoológicos. Tiki no sabía qué era un zoológico, pero no se escuchaba bien.
„¿Te gustaría venir conmigo a mi pueblo?“
Pepe la miraba radiante. Obviamente pensó que su sugerencia era genial.
„No sé… no quiero ir a ningún zoológico.“
„¿Zoológico? ¿De qué hablas? No te entiendo.“
„Sospecho que eres una de esas personas de las que hay que tener cuidado. Mi mamá me advirtió sobre ustedes, porque a ustedes les gusta vender alpacas a los zoológicos.“
„Caramba, ¿qué son esas historias tan espantosas? No, no tienes que tener miedo. Nadie te va a vender a ningún zoológico.“
„¿Seguro que no?“
„Si, seguro que no. ¡Además hoy es Navidad!“
„¿Navidad? ¿Eso qué es?“
„¿No sabes qué es Navidad? ¿No has escuchado nada sobre el Niño Jesús?“
„Ah, si. Claro que conozco la historia del Niño Jesús“, replicó Tiki, „y la de la estrella. Ah, a propósito anteanoche vi brillar una estrella especial.“
„¿Ves? Es lo que digo. Es Navidad. ¿Entonces vienes conmigo?“
„¿En dónde vives?
La voz de Tiki todavía sonaba algo insegura.
„En Belén.“
Esa tenía que ser una señal. Ella había escuchado de su abuelo, que Bethlehem en el idioma de los humanos también se llama Belén.
„Si eso es así, voy a ir contigo“, dijo Tiki.
Luego de algunas horas llegaron a un pequeño pueblo al final del valle.
„Pronto va a volver a oscurecer. Vayamos directamente a la capilla. Pronto va a comenzar la misa.“
Cuando entraron en la capilla, Tiki estaba cegada por el resplandor de muchas velas. Tuvo que pasar un rato hasta que sus ojos se acostumbraron a la luz. Qué extraño, pensó ella cuando miró al rededor. Todas las personas llevaban una tela delante de su cara.
„¿Qué es eso?“, le susurró Tiki a Pepe.
Solo hasta ese momento vio que Pepe también se había puesto una tela delante de su cara.
„Nos protegemos de un virus peligroso con esta tela delante de la nariz y la boca. Ninguno de nosotros quiere enfermarse. Este virus está en todas partes. Pero ven, no te va a pasar nada. No he escuchado nada de que ustedes las alpacas puedan enfermar por ese virus.“
Pepe caminó delante de Tiki. Tiki lo siguió hasta que estuvieron parados frente al pesebre.
„¿Y eso qué es?“, preguntó ella con curiosidad.
„Ese es el Niño Jesús con María y José, los sabios de Oriente y mira, buey y burro. Y ahora también eres uno de ellos.“
„¿Entonces Jesús nació de nuevo?“
Pepe asintió con la cabeza y a la vez negó con la cabeza.
„En cierto sentido, si.“
„No, en realidad si. Quiero decir… No es tan fácil. ¿Qué debo decir?“
Tiki miró a Pepe asombrada.
„Entonces, dime. Estamos en Belén y ese es el Niño Jesús ¿cierto?“
„Si…“
Pepe necesitó de un tiempo ante de proseguir:
„Mira a tu alrededor. A todas esas personas no les va bien en este momento. Tu sabes… la hambruna nos golpeó duro a todos. Y la Navidad llega en el momento justo.“
„¿Qué quieres decir? ¿El Niño Jesús trajo alimentos para ustedes? ¿Hay tal vez algo comestible para nosotros también?“
„No de manera directa. Pero estar hoy aquí, escuchar la historia del nacimiento de Jesús y recordarlo a él, nos hace felices. Es como si alguien encendiera la luz de la esperanza para tiempos mejores.“
„Entiendo, una luz como una estrella en el cielo.“
„Si quieres. En todo caso hoy vamos a celebrar de verdad.“
„¿Celebrar? Pero si ustedes tienen hambre y el Niño Jesús no trajo nada para comer, entonces no hay ningún motivo para ello.“
„¡Oh, si! Esta noche nos vamos a encontrar todos después de la misa en el salón del pueblo. Cada uno trae lo que tiene. No es mucho. Pero vamos a estar juntos. Nos vamos a contar historias. Vamos a reír y a estar felices. Por una noche vamos a poder olvidarnos de todo. Y quién sabe, tal vez mañana vuelva a llover y entonces pronto podremos cosechar algo. A veces solo hay que creer con todas las fuerzas – eso le gusta decir a mi abuelo.“
„¿Tú también tienes todavía un abuelo? Genial. ¿El también cuenta historias tan maravillosas?
„Seguro. Pero ahora va a comenzar la misa. Puedes tomar asiento aquí en el pesebre. Hasta más tarde.“
De lo que dijo un hombre en bata blanca, Tiki no entendió mucho, pero las palabras de Pepe continuaban haciendo efecto en ella.
„A veces hay que creer con todas las fuerzas.“ Ella repitió esta frase una y otra vez. En algún momento la dijo en voz tan alta que todos la miraron sorprendidos.
Después de un rato ella escuchó un fuerte „Amén“.