Creer en ello firmemente

Sermón de Nochebuena 

24.12.2021 – 14.00 horas

La Epifanía von Pastor Thomas Reppich

Miqueas 5

Pero de ti, Belén Efrata, pequeña entre los clanes de Judá, saldrá el que gobernará a Israel; sus orígenes se remontan hasta la antigüedad, hasta tiempos inmemoriales. 3 Por eso Dios los entregará al enemigo hasta que tenga su hijo la que va a ser madre, y vuelva junto al pueblo de Israel el resto de sus hermanos. 4 Pero surgirá uno para pastorearlos con el poder del SEÑOR, con la majestad del nombre del SEÑOR su Dios. Vivirán seguros, porque él dominará hasta los confines de la tierra. 5 ¡Él traerá la paz! 

Queridos hermanos,

Incluso en estos días los presidentes recién elegidos tienen momentos complicados cuando le anuncian a su pueblo que pacificarán el país mientras se encuentren en el cargo. ¿Cuántas veces han fallado otros en ese esfuerzo? Piensan algunos.

¿Al profeta Miqueas le habrá ido de otra manera? ¿Será que su pueblo gritó: ¡Hurra, as¡i es!? Esto se puede poner sin duda en tela de juicio. También la imagen en el programa de hoy revela algo del escepticismo que otros sienten inmediatamente cuando alguien comienza a hablar sobre la paz.

„Es demasiado bueno para ser cierto“, escucho decir a algunos. Otros: „Es una utopía que nunca se hará realidad.“

Y a pesar de ello nos mantenemos aferrados a ese sueño antiguo. Sobre todo hoy en Nochebuena, deseamos momentos llenos de paz, de alborozo y alegría de vivir.

Algunos niños de la escuela primaria, a los que les solicité durante mi tiempo como profesor en el colegio alemán de Bogotá, hacer un dibujo sobre Navidad, pintaron sus deseos para esa fiesta con lápices de colores y marcadores de manera impresionante. En algunos dibujos se veía el árbol de Navidad con muchos regalos. En otros el Niño Jesús en un vestido hermoso y con una corona. Todavía recuerdo un dibujo muy excepcional: mostraba el autorretrato de un niño que sostenía un cartel en el que decía: Este año sin peleas en Navidad.

Aparentemente el niño reflejaba en su dibujo, lo que desafortunadamente ocurre con frecuencia en Navidad. Los psicólogos advierten nuevamente cada año de no tener expectativas demasiado grandes frente a la „fiesta del amor“. 

En el nuevo año le pregunté al niño si su deseo se había hecho realidad. Él me miró radiante y luego dijo: „La Navidad estuvo estupenda. Mi mamá y mi papá no pelearon. Me dieron una bicicleta nueva y en esa misma noche salí a pasear en ella por las calles de nuestro condominio, naturalmente con luz.“

Más tarde el niño me buscó durante el recreo. Lo miré de manera interrogante.

„¿Sabe por qué este año fue distinto?“, me preguntó con curiosidad.

Yo negué con la cabeza.

„Cogí una varita mágica y deseé con todas mis fuerzas que fuera diferente.“

„¡Genial!“, le respondí.

La fe en algo puede mover montañas. A veces no podemos hacer algo diferente que creer en lo imposible.

„Eso es ingenuo“, dicen algunos y mueven su cabeza de lado a lado en señal de compasión.

„Creer en la facticidad de lo fáctico no lo es menos“, me gusta responder.

Si todo solo puede ser como es, entonces se le arranca la base a nuestra fe. La fe espera de manera elemental algo que aún no es. No importa si de niños o más tarde como adultos: debemos creer firmemente, que lo inimaginable puede suceder, cuando nos encomendamos completamente a Dios.

Creer, contra toda esperanza, lo denominó San Pablo y con ello se refirió a Abraham. (Romanos 4,18)

„Creer no quiere decir solamente aceptar calladamente“, dijo alguna vez el Papa Francisco en una audiencia general (28.12.2016, CNA). Y continuó diciendo: „la fe también es una lucha con Dios, no tener miedo de ver la realidad.“

Seguramente algo cambia con los años en la manera de ver la Navidad. Papá Noel y el Niño Jesús quedaron atrás. Pero nos queda esa esperanza que no puede ser sondeada, de que hay algo más de lo que nuestra percepción nos permite ver.

„En Navidad me van a dar un nuevo playstation“, me dijo hace años radiante uno de los niños del grupo de día después del colegio.

„¿Cómo puedes estar tan seguro?“, le pregunté con curiosidad.

„Mi profesor de religión me dijo hoy que debo creer en ello firmemente.“

Algo incrédulo asentí con la cabeza.

Como sea que vayamos a celebrar más tarde Navidad, no importa qué deseos se hagan realidad esta noche, nosotros los cristianos creemos firmemente en que tenemos toda la razón de confiar en Dios. Claro que nuestra fe no es una máquina de deseos. A veces tenemos que luchar con Dios por aquello que deseamos de corazón, luchar por comprender y ser comprendidos.

Las buenas nuevas en Navidad son que tenemos todas las razones para rogar a Dios. En Jesús, Dios se reveló a los humanos. Para nosotros él es Cristo, nuestro Mesías, aquel, del que Miqueas habló alguna vez. Incluso aunque muchas cosas en el mundo y en nosotros yacen en el mal, Dios sigue estando con nosotros en camino. Eso nos hace fuertes para expresar nuestra esperanza.

Si no fuera así, no estaríamos aquí hoy. Si no fuera así, no nos aferraríamos a la esperanza de que hoy vamos a celebrar juntos una Navidad feliz y bendecida – aquí en nuestra misa y luego con nuestras familias.

¡Gracias a Dios!

Amén.