
Sermón del domingo Septuagésimo
El 13.02.2022
Congregación Evangélica Luterana San Salvador – Pastor Thomas Reppich
Jeremías 9
23 Así dice el SEÑOR: «Que no se gloríe el sabio de su sabiduría, ni el poderoso de su poder, ni el rico de su riqueza. 24 Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe de conocerme y de comprender que yo soy el SEÑOR, que actúo en la tierra con amor, con derecho y justicia, pues es lo que a mí me agrada —afirma el SEÑOR—
Queridos hermanos,
„¿Por qué no?“, fue mi primer pensamiento después de leer los dos versículos para el sermón de hoy.
Con sabiduría, poder y riqueza se puede vivir.
Ninguno de nosotros puede oponerse a la sabiduría. Ella nos ayuda a tomar decisiones inteligentes en la vida.
El poder, no definido como potestad sobre otros que rige sobre otros sino como fuerza mental y física que nos posibilita aceptar los desafíos de nuestra vida. Ese poder lo necesitamos.
Y riqueza, no entendida como la codicia de querer cada vez más, la que con demasiada frecuencia limita a los demás en su ser, sino la riqueza como subsistencia, que nos asegura una vida libre de preocupaciones. Tampoco nadie puede realmente decir nada en contra de eso.
Pero no se trata de la presencia de sabiduría, poder y riqueza. En principio no son rechazados. Interiormente siento alivio y pienso: así es correcto.
¿Pero entonces de qué se trata?
Justo al comienzo del capítulo 9 Jeremías nos presenta a un Dios solitario. Allí leemos:
„¡Ojalá tuviera yo en el desierto una posada junto al camino! Abandonaría a mi pueblo, y me alejaría de ellos. !“ (V. 2)
Dios se oye como si su compañero de vida lo hubiera traicionado o abandonado. Y ahora quiere alejarse. Solo quiere irse. Incluso el desierto, al que todos mas bien evitaríamos como lugar para quedarnos, a él le parece tentador.
Por la larga historia del pueblo de Israel sabemos, cuantas veces éste siguió sus propios caminos. Como no le dio a Dios casi espacio o no se lo dio en su vida. Con demasiada frecuencia se acordó de él solo cuando la vida se tornó difícil, solo cuando la tragedia lo golpeó.
Seguramente podemos comprender que Dios no solo quiere ser Dios para los momentos difíciles. Incluso la comparación con una relación de pareja nos aclara que esta no puede existir solo por la solidaridad en tiempos difíciles.
Ese es el enfoque del profeta Jeremías, para hablar una vez más a la conciencia del pueblo de Israel. Él le dice: no tengan en cuenta su sabiduría, su poder y su riqueza. No crean que ellos les pueden ofrecer felicidad y satisfacción en todos los aspectos de sus vidas. No se gloríen en ellos. Gloríense más bien de un Dios que está de su lado.
Se puede confiar en Dios,
porque su mirada va más allá de lo que nosotros podríamos captar del mundo que nos rodea, porque sus cuidados y amor nos dan algo que nos da estabilidad y un fundamento firme en la via. Y finalmente porque su justicia se nos revela y ofrece siempre una vida que da máxima satisfacción.
¿Necesitamos también nosotros de profetas como Jeremías que nos recuerden lo maravillosa que es la vida con Dios, no la que podría ser?
Y sin embargo los días pasan volando, nosotros tan inmersos en nuestro andar, nos sentimos bien hasta que la siguiente tormenta se desata sobre nosotros y estamos en apuros.
El poeta y cabaretista del Bajo Rin, Hanns Dieter Hüsch, no solo era conocido y querido por su humor tan especial, sino que también lo distinguió su pluma con le habla a la conciencia de nosotros los cristianos. Como miembro activo de la iglesia abogó por una fe valiente. Él también tuvo momentos de necesidad en su vida, pero nunca perdió su humor y sobre todo no perdió su dirección. Anduvo por la vida con una alegre serenidad y con fe firme.
En un tomo maravilloso „Lo difícil dicho de manera fácil“ (Hanns Dieter Hüsch, Lo difícil dicho de manera fácil, Herder, Freiburg 1994, S. 81) encontré lo siguiente, cuando estuve hojeándolo:
Cuántas veces nos ha abandonado, el Espíritu Santo,
significa en realidad,
nosotros lo abandonamos;
cuántas veces nos lo puso difícil,
es decir, nosotros se lo pusimos difícil;
y es que también tenemos días,
en los que no lo sentimos realmente con nuestra pequeña fe humana,
en los que tenemos que sentirlo cada vez de nuevo
y somos felices,
Cuando lo pesado en nosotros se cae y el Espíritu
está aquí con nosotros y los problemas ponen pie en polvorosa
y los humanos comienzan nuevamente a sonreír.
Dios es liviano;
Dios no es pesado,
Dios es difícil, es complicado, es altamente diferenciado,
pero no pesado,
Dios es la risa, no burla
Dios es la alegría, no alegría maliciosa,
la confianza, no la desconfianza
Nos dio al hijo, para aguantarnos
Y nos envió hace miles de años al Espíritu Santo al mundo para que seamos esperanzados
para que nos alegremos
para que andemos erguidos sin soberbia
para que le demos la mano a todos sin segundas intenciones
y seamos hijos en nombre de Dios en todos los lugares de la Tierra
uno y unidos
Y nos convirtamos en visionarios del Señor con corazón tierno
con generosidad desconcertante y espíritu liviano
Yo por ejemplo, quiero ser siempre un virtuoso
en lo que concierne al Espíritu Santo
con la ayuda de Dios. Amén.“
Quiero glorificar a este Dios, que un día hace muchos años se abrió camino en mi vida sigilosamente, que obró allí de manera desapercibida, hasta que un día fui consciente de él.
Quiero pedirle a este Dios, que no se aparte de nuestro lado, sino que siga con nosotros en el camino. Amén.