
Sermón del domingo Cantata
el 15 de mayo 2022
Congregación Evangélica Luterana San Salvador – Pastor Thomas Reppich
Colosenses 3: 12-17
12 Por tanto, vestíos como escogidos de Dios, santos y amados, de sentimientos entrañables de compasión, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;
13 soportándoos los unos a los otros, y perdonándoos los unos a los otros, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor en verdad os perdonó, así también vosotros.
14 Y sobre todas estas cosas, el amor, que es el vínculo perfecto.
15 Y la paz del Mesías sea árbitro en vuestros corazones, a la cual ciertamente fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.
16 La palabra del Mesías viva en vosotros en abundancia, con toda sabiduría, enseñándoos y amonestándoos los unos a los otros con salmos, e himnos, y cánticos espirituales, cantando con gratitud en vuestros corazones a Dios.
17 Y todo lo que hagáis, de palabra o de obra, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de Él.
Queridos hermanos,
a algunas parejas de novios les gusta escoger apartes del texto bíblico que acabamos de escuchar. En respuesta a mi pregunta interesada de por qué este versículo en particular debería ser utilizado como verso para la boda, una novia me dijo una vez: „Todos sabemos que un matrimonio no es solo cosquillas en el estómago. Con frecuencia dependerá de que nos „aguantemos“ mutuamente, es decir nos aceptamos como somos, con esquinas y bordes (en alemán quiere decir con defectos y mañas). Es importante ser tolerante y, de ser necesario, que podamos perdonar de corazón.“
Reflexionemos sobre amar y perdonar. ¿Hasta dónde alcanza nuestra voluntad para perdonarnos los unos a los otros? ¿Realmente incluye todo? ¿O hay cosas de las que podemos decir que son imperdonables?
Otra conexión me viene a la mente. ¿No es así que aquellos que nos molestan mucho, están seguros que al final no podemos hacer otra cosa que perdonarlos? Como cristianos debemos dejar que prevalezca la tolerancia.
Algunas conversaciones se quedan grabadas en nuestra mente toda la vida. Para mí, esto incluye una sesión de consejería con una esposa que estaba muy desdichada en ese momento. Se le conocía en la congregación por ser una persona alegre y leal, muy activa en los diferentes círculos. Se quejó de que su esposo se estaba aprovechando de ella. Le resultaba muy estresante como su esposo se aprovechaba de su buen carácter y la presionaba con ello. Ella reaccionaba cada vez más disgustada. La última vez su esposo solo le dijo: „Tu eres cristiana. Entonces tienes que ser tolerante conmigo, mi amor.“ Fue difícil para ella contener su creciente ira después de esa declaración. No podía acusar a su esposo de falta de amor y su comentario de que ella era cristiana fue más una broma. Y sin embargo ella se sentía herida.
„¿Cómo debo manejar eso?“, me miró de manera interrogante.
„Usted también cree que, como cristiana, él siempre puede contar con su tolerancia en todo lo que su esposo espera de usted, si me permite decirlo de esa manera?“
„En principio si. Esta actitud es fundamentalmente muy importante para mi.“
„En principio si, pero?“
„Cada vez tengo más la impresión que mi esposo se aprovecha de mi actitud. Y eso no se siente bien.“
Se habla mucho de una balanza en la relación, para describir el acto de equilibrio que emprendemos cuando nos involucramos en relaciones estables. Las costumbres y necesidades tan diferentes pueden hacer que esa balanza se incline bastante.
Aparentemente Pablo tiene esto muy en cuenta. Él tiene claro que tampoco para nosotros los cristianos las relaciones personales están libres de conflictos.
Como los „elegidos de Dios“ debemos tratarnos mutuamente con sentimientos entrañables de compasión, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia.
„¿Incluso si siento que me hierve la sangre?“ Me preguntó alguien alguna vez en un grupo de estudio de la Biblia en el que estábamos tratando este aparte de la carta a los Colosenses.
¿Cuál es su respuesta personal? Estoy seguro que son muy diferentes entre si. También hoy entre nosotros habrá algunos que consideran la tolerancia como fundamental para buenas relaciones. Otros señalarán que esto puede ser muy difícil. Tal vez alguien preguntará: „¿Se puede volver a balancear la balanza de la relación si uno de los dos practica tolerancia?“
Todo parece más complejo y difícil de lo que la instrucción de Pablo deja ver a primera vista. Teoría y práctica, pienso yo. Tener el bien en mente no lo hace automáticamente posible de hacer.
Pienso nuevamente en la consejería de la que hablé al inicio.
„¿Todavía pueden hablar entre ustedes?“, pregunté a aquella señora.
„Si.“
„¿Su esposo va a soportar escuchar cuando usted le diga lo que le está molestando de él?“
„Pienso que sí.“
„¿Qué podría impedirle no hacerlo?“
„Mi orgullo.“
Yo estaba un poco desconcertado por como ella lo dijo tan directa y espontáneamente.
„No quiero que él asuma mi actitud o que se aproveche de ella.“
„¿Y eso también se lo puede decir?“
„Claro que sí.“
„¿Y cómo se siente esa idea?“
„Bien. Siento una calidez agradable en mi corazón.“
¿Por qué se me quedó grabada esa conversación en mi mente? Eso ya me lo he preguntado varias veces. Creo que es porque muestra algo significativo para las relaciones interpersonales: Amar a alguien no excluye que también nos podamos molestar con esa persona. A veces las discrepancias son necesarias cuando nos amamos (discrepar quiere decir mantenerse a distancia).
Ahora tengo que pensar en aquella novia que dijo: „Debemos tomarnos como somos, con todas nuestras esquinas y bordes.“
Un colega amigo complementaría esto y diría: „El verdadero amor comienza allí, en donde amamos en el otro lo que nos separa de él, o dicho de otra manera, a pesar de lo que nos separa.“
Nos amamos a pesar de todo lo que nos separa. Repitamos esto para nosotros. Nos amamos a pesar de todo lo que nos separa.
¿Ustedes también sienten una calidez dentro de ustedes? Ese sentimiento de amor y de unión hacia otra persona, que sigue ahí después de todo el disgusto, y que nos hace felices.
„Y sobre todas estas cosas, el amor, que es el vínculo perfecto.“
Así sea, Amén.