Bendigo lo temporal

Sermón del 7. Domingo después de Trinitatis
La Epifanía – Ciudad de Guatemala
31 de julio de 2022
Pastor Thomas Reppich

Queridos hermanos,
„La generación joven va a ser la más rica de la historia“ Ese fue el título que una revista semanal conocida le puso en estos días a un interesante artículo (Spiegel, 23.07.2022) Es el investigador de mercado laboral, Enzo Weber, quien dice esas palabras.
A la anotación del redactor quien dice que según un estudio de una OECD (Organización de Cooperación y Desarrollo Económico – por sus siglas en inglés) sobre la generación de los así llamados Millennials, les va a ser difícil alcanzar el estándar de vida de sus padres, le responde de la siguiente manera: „La generación joven va a ser la más rica de la historia. Sin Corona y sin guerra todo hubiera sido mejor, sin lugar a dudas. Y si, también hay dificultades como la contracción demográfica, que nos va a traer problemas en el sistema de pensiones. Pero también los padres de los de 19 años tenían sus crisis – los choques de los precios del petróleo, el 11 de septiembre. Y, sin embargo, el estándar de vida en Alemania nunca ha estado tan alto como hoy en día“

Aquí se expresa una opinión clara. Quizás no resista todas las objeciones científicas que uno podría tener. Por lo menos es una contraposición clara a todos aquellos que, a más tardar en la pandemia de Corona y ahora desde la guerra en Ucrania, no se cansan de fomentar los miedos y de pintar el futuro en tonos grises.

Hace mucho sabemos, que el ser humano comienza a pensar y argumentar de manera irracional, cuando ve amenazada su existencia. Los escenarios más terribles no son lo suficientemente horribles para ilustrar lo que nos espera.

Uno simplemente podría responder que hay una falta de serenidad.

El redactor pregunta atento:„En general, usted parece más optimista que algunos de sus colegas ¿De dónde saca ese optimismo?“
„La prosperidad viene al final del progreso tecnológico, de una productividad más alta. Y esto lo alcanzaremos a través de la digitalización y de transformación ecológica. Ambas cosas generarán muchos empleos. Por eso hoy solo podemos sugerirle a los de 19 años contemplar su culminación educativa como comienzo – la alegría de aprender y una ampliación de sus estudios son las mejores condiciones para prepararse para las próximas conmociones.“ (ibídem.)

Ahí están de nuevo las palabras claves, para que estemos más relajados: prosperidad, avance tecnológico, digitalización, transformación ecológica, educación y ampliación de estudios. Todo esto suena tan conocido, me recuerda la campaña electoral de las últimas elecciones federales. Me pregunto: ¿Se copiaron el uno del otro?

No quiero discutir el contenido fáctico de las declaraciones citadas. Algunas cosas pueden haber sido reconocidas correcta y lógicamente.

Y, sin embargo, como tantas veces, me hace falta algo: me falta el discurso, la conversación interdisciplinaria que reúne a la investigación y las humanidades y también la teología – y con teología me refiero a la teología de la mesa de cocina de una madre soltera con tres hijos, que está preocupada por el pan del siguiente día. Queriendo ser más claro aquí sobre la forma en la que le enseñaría si estuviera sentado en su mesa, sería mencionando el Evangelio de hoy.

Jesús tomó entonces los panes, dio gracias y distribuyó a los que estaban sentados todo lo que quisieron. Lo mismo hizo con los pescados.  Una vez quedaron satisfechos, dijo a sus discípulos: ―Recoged los pedazos que han sobrado, para que no se desperdicie nada.  Así lo hicieron y, con los pedazos de los cinco panes de cebada que les sobraron a los que habían comido, llenaron doce canastas.  Al ver la señal que Jesús había realizado, la gente comenzó a decir: «En verdad este es el profeta, el que ha de venir al mundo». (Juan 6, 11-14)

Si recordamos, la situación al comienzo de esta maravillosa historia fue bastante escéptica. „¿En dónde podemos comprar tanto pan que alcance para todos?“, pregunta uno de los discípulos a Jesús. „¿En dónde conseguimos la energía eléctrica en el invierno si Rusia cerró la llave?“ Esa es la pregunta en estos días. Ambas preguntas abordan miedos reales. No podemos limpiarlos de la mesa. Los miedos infundados son reales para el que los siente.

Y, sin embargo, la actitud de Jesús tiene algo liberador. Él no se deja confundir. Él mantiene la calma. Su serenidad no tiene nada de artificial. Él no pregunta si va a alcanzar. El toma lo que hay y comienza a repartirlo entre los presentes, tanto el pan como el pescado. „Cada quien comió cuanto quiso“, dice incluso. Además las personas que obtienen algo no tienen que contenerse. Todos quedan satisfechos, más aún, al final sobró mucha comida.

Para muchos esto, en ese entonces fue un milagro, razón suficiente para venerar al hombre de Nazaret y para algunos un motivo para seguirlo.

Pero como Jesús mismo no quería saber nada de esto, se retira para estar solo. Dicho de una manera más cortante: No le gusta la reacción de algunos.
¿A qué le tenemos miedo? Esto me lo pregunto últimamente con frecuencia. O haciendo la pregunta de otra forma: ¿Qué miedo nos oprime más de todos los miedos imaginables?

„Los alemanes están perdiendo la confianza y la serenidad a medida que aumenta el número y la duración de las crisis“ (Die Zeit, 24. Juli 2022). Esto dice una revista semanal en estos días. Y continúa: „Por otro lado crecen los temores por el futuro, como lo evidencia un estudio del Instituto para la Investigación del Futuro Opaschowscki. En noviembre de 2019, es decir, antes de la pandemia del coronavirus, y en marzo de este año, poco después del inicio de la guerra de agresión rusa en Ucrania, se le preguntó a 1000 personas sobre sus expectativas para el futuro. El resultado: La confianza en la estabilidad y seguridad de la economía y de la sociedad se está perdiendo.“
¿Vengo de otro planeta porque tengo además otros temores fundamentales? Claro que también observo con preocupación algunos desarrollos en la sociedad y en la economía. Pero para mí son aún más importantes las relaciones interpersonales que el contenido de mi billetera.

La decepción de Jesus, como la quiero llamar, sobre la reacción de la muchedumbre es su sorpresa por su falta de comprensión. Obviamente quieren hacerlo rey. Están dispuestos a ser subordinados, si con eso cuida de ellos – ¿Este patrón de comportamiento no nos parece demasiado familiar ?
Jesús se sintió parte de una comunidad. Y con eso en mente, hizo lo que podía hacer con lo que estaba disponible. Los así llamados seguidores no quieren adoptar esto como patrón fundamental de comportamiento para su pensar y actuar. Quieren seguridades permanentes, un rey, que, porque fue nombrado como tal, se ocupe de que les vaya bien. Sencillamente el principio de la política.

Mi temor más grande sería que los críticos y escépticos tengan razón con su opinión: No hay un dios. Que en tiempos difíciles y desafiantes no tuviera por qué aferrarme a un nuevo cielo y a una nueva tierra. Que muchas cosas en la vida y en el futuro tuvieran que ser consideradas como modelos discontinuados – como se extinguen algunas iglesias en general y la comunidad.

No estoy de acuerdo. Me aferro al Principio del Árbol de Manzanas. Margot Käsmann respondió alguna vez a la pregunta:„¿Qué queda?“ De la siguiente manera: „Cada ser humano tiene un don y ese deberíamos utilizarlo allí, en donde estamos. Para que al final podamos decir: Bendigo lo temporal y eso es algo bueno.“ (Citado según: El Principio del Árbol de Manzanas, Berlín 2015. pág. 41)

Ceder a los miedos en la vida no quiere decir otra cosa que maldecir lo temporal. Pero nosotros somos bendecidos de Dios y debemos ser bendición para los demás.
Ese es nuestro fundamento y nuestra esperanza.
Amén