La fe comienza con el discernimiento

Sermón del 12. Domingo después de Trinidad
La Epifanía – Ciudad de Guatemala
4 de septimebre de 2022
Pastor Thomas Reppich

Queridos hermanos,

El teólogo y filósofo danés, Sören Kierkegaard sobre escribió un párrafo en su obra „Una de dos“ (Entweder – Oder) con las siguientes palabras:

„Lo edificante, que yace en el pensamiento de que siempre estamos equivocados acerca de Dios.“ (Sören Kierkegaard, Una de dos (Entweder – Oder), DTV, Munich 2005, página 923)

Son las formulaciones confusas las que siempre me han hecho prestar atención.
Prestar atención. Bastante extraño. Leo algo y presto atención. Como si alguien me hubiera dicho algo de manera directa, inequívocamente.
Sigo leyendo:
Estar equivocado – ¿Puede imaginarse un sentimiento más doloroso que este, y no vemos que la gente preferiría sufrir todo antes que admitir que está equivocada? (Ibídem)
¿Eso no es humano, demasiado humano?, me pregunto.
Ciertamente, me dice algo en mí.
Hay tantas cosas a las que nos aferramos.
A veces toda una vida. No solo porque nos fue metido en la cabeza – como solía llamarse acertada o menos acertadamente.
También y sobre todo porque aquello a lo que nos aferramos nos conecta con la vida.
Las costumbres – y por muy malas que sean para el cuerpo y para el alma – nos permiten ser parte de algo, de una familia, de un círculo de amigos y de muchas cosas más.
Por eso algunos quieren mantener a sus hijos o nietos alejados de los demás, para que, según ellos, no se cuelen las malas costumbres.
¿Pero quién decide sobre lo correcto y lo equivocado y finalmente también sobre lo bueno y lo malo?
El texto para el sermón de hoy, tal vez ustedes ya lo presienten, describe la historia de una transformación. Alguien se equivocó durante mucho tiempo y, en consecuencia, actuó incorrectamente. Pero su visión sobre la vida y el ser cambia abruptamente.
Escuchemos algunos versículos de la historia de conversión del apóstol Pablo, Apóstoles 9:

17 Ananías se fue y, cuando llegó a la casa, le impuso las manos a Saulo y le dijo: «Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo». 18 Al instante cayó de los ojos de Saulo algo como escamas, y recobró la vista. Se levantó y fue bautizado; 19 y, habiendo comido, recobró las fuerzas.

„Cayó de los ojos algo como escamas.“
De pronto vemos claramente algo que antes solo era borroso o invisible para nuestros ojos.
Escuchamos o leemos cosas cuyo significado no ha sido revelado hasta este momento.
„La fe comienza con el discernimiento“
Veo al colega pensionado claramente ante mí. Intercambiamos pensamientos sobre Saulo que se convirtió en Pablo. La conversación tuvo lugar hace mucho tiempo. Pero me escucho preguntar claramente como joven vicario:
„Discernimiento, ¿a qué discernimiento se refiere usted?“
„El discernimiento de que en el fondo sabemos muy poco. Y esto tiene consecuencias de gran alcance para nuestro servicio. Tenemos que sopesar con mucho cuidado todo lo que podemos decir a nuestras ovejitas (si, así les llamaban con bastante franqueza y libertad en el pasado) lo que podemos decir o cuando preferimos permanecer en silencio.“
„¿Eso no hace nuestro hablar sobre Dios demasiado difícil?“, quiero saber.
„De ninguna manera. Nos libera. Saulo sólo se pudo convertir en Pablo, porque Dios le abrió los ojos. Solo en ese momento pudo comprender lo equivocado de su pensamiento y actuar anteriores. Eso lo liberó – aunque no esté de acuerdo con algunas de las cosas que hizo para poner en marcha la iglesia primitiva. A veces estaba más en juego la vanidad que el discernimiento duradero.“
Mis pensamientos viajan. Nuevamente se sumergen en las reflexiones de Sören Kierkegaard:
„Así es esto, que siempre estamos equivocados acerca de Dios, un pensamiento edificante; es edificante que estemos equivocados, edificante que siempre lo estemos. Él demuestra su poder edificante de dos maneras, en parte deteniendo la duda y calmando el dolor de la duda, en parte animando a la acción.“ (Véase arriba, página 929)
Sí, duele, estar equivocado, tener que admitir que tal vez hace tiempo se está equivocado y que esto determinó decisivamente las propias acciones.
Cuando nos encontramos con Dios, ese es el final, para decirlo sin rodeos. No podemos seguir utilizando las acostumbradas excusas como „Hacemos lo que podemos.“
Cuando nos encontramos con Dios, toda duda, toda lucha, toda actitud de sabelotodo es barrida. A la luz de la experiencia con Dios vemos una luz que nos permite ver, sentir y experimentar lo que realmente es.
Solo es un momento. Pero lo que vemos y reconocemos alcanza para transformar nuestra vida.
„Saulo se levantó y se dejó bautizar.“ No puede hacer algo diferente. Su actuar tiene que encontrar expresión de que algo cambió.
Saulo comienza a moverse. Él, que era pequeño y débil solo le tenía miedo a la vida. Durante tres días, qué simbólico, no puede comer ni beber.Hasta que, sí, hasta que le llega una intuición. Él ve la luz. Todo cae de sus ojos como escamas. Es iluminado.
¿Cuando y en dónde hemos experimentado iluminación? O como hace poco escuché una pregunta en una película (Obra sin autor, 2018):
„¿En dónde estás?“ Esa fue la pregunta de un profesor de arte a uno de sus alumnos. „¿En dónde estás en tus obras?“
El texto para el sermón de hoy hace justamente esta pregunta: „¿En dónde estás?“ O dicho de otra manera: ¿Dónde se reconoce a Dios en lo que somos y en lo que mostramos? ¿Dónde se pueden ver las propias huellas de Dios en nuestras vidas?
Y de nuevo me sumerjo en las palabras que escuchamos el domingo pasado:
Me alegro que las nubes se muevan en el cielo
y que llueva, granice, que haga frío y que caiga nieve.
También me alegro por la temporada verde,
cuando las rosas silvestres y los saucos florecen,
que las hormigas silben y las abejas zumben,
que los zancudos piquen y que los moscardones gruñan.
que globos rojos se eleven hacia el azul del cielo,
que los gorriones parloteen y los peces callen.

Me alegro que la luna esté en el cielo
Y que el sol salga todos los días nuevamente.
Que el otoño siga al verano y la primavera al invierno,
Me gusta. Hay un sentido detrás de ello,
aunque los sabelotodos no lo vean.
¡No se puede entender todo con ls cabeza!
Me alegro. Ese es el sentido de la vida.
Sobre todo me alegro porque soy.

En mi todo está ordenado y alegre:
El vestíbulo brilla. El fuego está avivado.
En un día así se sube la escalera
que va de la Tierra hacia el cielo.

Así el ser humano,
Como se lo han indicado,
porque se ama a sí mismo –
a amar a su prójimo.
Me alegro,
que recuerdo lo hermoso
y nunca me acostumbro del todo al milagro.
Que todo sigue siendo increíble y nuevo.
Me alegro de que yo…. de que me alegro.

                            Mascha Kaléko

Amen.