
Sermón del penúltimo domingo del año eclesiástico
La Epifanía – Ciudad de Guatemala
- de noviembre 2022
Pastor Thomas Reppich
Lucas 18,1-8
Jesús quería mostrarle a sus apóstoles que debían seguir orando sin dejarse desanimar.
Por eso les contó la siguiente parábola:
«Había en cierto pueblo un juez que no tenía temor de Dios ni consideración de nadie. En el mismo pueblo había una viuda que insistía en pedirle: “Hágame usted justicia contra mi adversario.” Durante mucho tiempo él se negó, pero por fin concluyó: “Aunque no temo a Dios y me da lo mismo lo que piense la gente, pero como esta viuda no deja de molestarme, voy a tener que hacerle justicia, no sea que con sus visitas me haga la vida imposible.”
Continuó el Señor: «¿Han tenido en cuenta lo que dijo este juez al que no le importa nada la justicia? (Escuchen lo que este juez injusto dice.) ¿No debería Dios asegurarse de que sus elegidos, que lo llaman día y noche, reciban lo que les corresponde? ¿Se tardará mucho en responderles?
Les digo que sí les hará justicia, y sin demora. No obstante, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?»
Queridos hermanos,
la última frase me afecta. Jesús quiere que los apóstoles entiendan la importancia de la oración. El ejemplo escogido por él, de la viuda, está bien elegido. Me convence. Pero al final viene la sonora bofetada: „No creo que vaya a encontrar una fe así entre ustedes.“
Me pregunto: ¿Qué significa eso? ¿Es así como se ve un liderazgo exitoso? Primero explico los hechos solo para luego decir: „No se molesten, de todos modos no lo lograrán.“
Como padres sabemos lo importante que es no solo entusiasmar a los hijos para algo sino al mismo tiempo confiar en que ellos también pueden lograr una meta deseada.
¿Recurrió Jesús a tales palabras en esa actitud básica a la que estamos acostumbrados por parte de él? ¿O fueron esas palabras puestas en su boca más adelante para darle más peso a lo dicho?
Una vez más, este pasaje deja en claro que no todas las palabras de Jesús se reflejan de manera auténtica y legítima. Si él quiere hablar sobre la importancia de la oración, sería suficiente que la señale como valiosa y necesaria.
Los padres no lo hacen de otra forma con sus hijos. Por ejemplo si quieren familiarizarlos con la costumbre de lavarse los dientes, se lavarán los dientes junto con ellos por un rato. Con la oración no es diferente. Al practicar juntos algo se puede convertir en algo familiar para nosotros y con ello transformarse en parte importante de nuestras vidas.
Concentrémonos de ahora en adelante solo en la parábola contada por Jesús. Hay una viuda que busca justicia en el tribunal. Ella va adonde el juez y da a conocer su caso. El juez no está inclinado a hacerse cargo del caso. Sin embargo, no sabemos si él lo considera inapropiado o si lo rechaza por razones jurídicas.
Aparentemente el punto de la parábola apunta a otra cosa. Este resalta la insistencia de la viuda. Ella busca al juez una y otra vez. Literalmente ella lo exaspera. Al final su estrategia funciona. El juez exasperado cede y le ayuda a obtener sus derechos.
La decisión no parece ser tan ajena al mundo. ¿No estamos nosotros también inclinados a ceder, porque simplemente queremos volver a tener nuestra acostumbrada y querida tranquilidad? A veces incluso hacemos buena cara al juego malévolo.
Pero ahora imaginémonos que la viuda es una abuela. Vive en Arlington en el Estado de Texas y se preocupa por la salud y con ello por el desarrollo de sus nietos. Ellos van diariamente al jardín infantil cerca de la empresa de energía T operativa a nivel multinacional. Desde hace años ella sabe de las amenazas a la salud sobre todo en adolescentes. La solicitud de aprobación de un nuevo pozo de perforación está en el concejo municipal para su decisión. ¿No es obvio que no se deje desanimar y que exija una y otra vez junto con otros que se rechace la solicitud? Su lucha por el bienestar de sus nietos tiene algo de desesperanzador. ¿Cuánto poder y qué influencia tienen algunos ciudadanos y ciudadanas enojados? Esto es claro rápidamente. Ella podría darse por vencida. Sin embargo no lo hace. Ella sigue luchando por sus nietos incluso entonces cuando el concejo municipal aprueba el pozo de perforación, al final con éxito.
(Referencia: https://www.arte.tv/de/videos/094503-000-A/das-system-total-anatomie-eines-energiekonzerns/
Cualquiera que esté convencido de algo se mantendrá fiel a la causa y a sí mismo.
„Me has estado molestando con eso durante mucho tiempo. ¿No puedes dejar de hacerlo?“
Posiblemente esto ya lo hemos escuchado alguna vez. ¿Cómo nos va, si nosotros mismos escuchamos esto? ¿Nos hace enojar? ¿Tendemos a ceder frustrados?
Cuando molestamos a Dios con nuestras oraciones – y no queremos charlar con él una sobre el clima del día u otras cosas – entonces se trata más bien del todo, tal vez incluso de la vida y la muerte. ¿Cómo podríamos ceder en eso?
La parábola lo pone al punto para Jesús: Quien está diariamente en conversación con Dios, habla abiertamente sobre aquello que es urgente y es escuchado. O dicho de otra manera, quien no habla, no puede ser escuchado. Entonces ¿Falla aquello que es importante para nosotros, solamente porque no nos hacemos escuchar, porque nos damos por vencidos pronto o incluso porque nos dejamos intimidar?
Se trata de resistirse a la sordera aislada o general. Es importante recordar que ser escuchado no significa tener la razón. Ser escuchado solo significa primero: hago uso de la palabra y expreso mi deseo.
Puede darme fortaleza el imaginarme que Dios me escucha, aunque el mundo a mi alrededor parezca sordo. Es aquella fuerza que necesito para hacerme escuchar por los demás.
Esta es una razón más para practicar la oración diaria con Dios. Si él me escucha, en algún momento otros no podrán hacer otra cosa que escucharme. Al hablar con Dios puedo fortalecer mi actitud hacia la vida y con ello hacia mí mismo y cambiar cuando sea apropiado.
Cualquiera que haya adquirido conocimientos en la conversación con Dios será impulsado por su responsabilidad hacia sus semejantes y hacia el mundo que lo rodea para hacer que el mundo en el que todos vivimos sea más habitable.
SEÑOR, Dios nuestro
Permítenos encontrar orientación al hablar contigo,
así encontraremos la fortaleza para los próximos pasos a dar
y podremos encontrar nuestro camino de regreso a la vida
que tu destinaste para nosotros.
Amén.