
Sermón del domingo de la eternidad
La Epifanía – Ciudad de Guatemala
- de noviembre de 2022 – Domingo de la eternidad
Pastor Thomas Reppich
Juan 6, 37-40
37 Todos los que el Padre me da vendrán a mí; y al que a mí viene, no lo rechazo. 38 Porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad sino la del que me envió. 39 Y ésta es la voluntad del que me envió: que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el día final. 40 Porque la voluntad de mi Padre es que todo el que reconozca al Hijo y crea en él, tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final.
Queridos hermanos,
recuerdo una frase de una mujer mayor: „Mañana es el día final.“ Con eso ella quería decir que cada día es el día final.
¿Qué clase de vida sería si viviéramos a diario con esta perspectiva?
Cuando uno de nuestros seres queridos muere, a menudo escucho la queja de que algunas cosas quedaron por decir. Que cosas que uno quería hacer, fueron víctimas de la vida cotidiana, que sigue leyes completamente diferentes. Así hay palabras que no fueron dichas o simplemente palabras de unión y amor profundos. En retrospectiva el arrepentimiento por las oportunidades perdidas es grande. Algunas personas pelean consigo mismas y se aferran por mucho tiempo a esta circunstancia.
El deseo de poder volver a ver en otro mundo a los que han muerto a veces está directamente relacionado con estas oportunidades perdidas.
„¿Tú qué harías si este fuera tu último día? Con frecuencia le pregunté esto a las almenas y los alumnos en la clase de religión. Algunos respondieron:
Yo quisiera a volver a estar en ese lugar que es especial para mí.
Yo celebraría una gran fiesta con mis amigos.
A mí me gustaría estar con las personas que se han vuelto especialmente importantes para mí en la vida.
Yo haría una larga caminata con mi perro.
Yo haría aquello que siempre quise hacer.
Ich würde eine lange Wanderung mit meinem Hund machen.
Ich würde endlich das tun, was ich immer schon tun wollte.
Yo me sinceraría con mi familia.
Estamos de acuerdo con algunas de las respuestas.
En ese entonces eché de menos una respuesta:
„Yo me sinceraría con Dios.“
Si observamos nuestros propios años de vida, seguramente pocos podrían decir que se sinceraron con Dios.
En muchas palabras de Jesus, con las que habla del Reino de Dios, a veces de manera impresionante, porque evoca los últimos tiempos, en la que se harán diferencias, entonces escucho el llamado urgente a nosotros, los humanos, a finalmente dar la vuelta (arrepentirnos) y hacer penitencia.
Con frecuencia, sin embargo, creemos que todavía tenemos tiempo. Antes queremos siempre regular otras cosas, otras cosas parecen más importantes que buscar la consonancia con nuestro Creador.
Hacer la voluntad, de aquel que nos llamó a la vida, así lo expresa el evangelista Juan en el texto para el sermón de hoy.
Estamos frente a desafíos gigantes en este tiempo, a nivel global como nivel de congregación y seguimos creyendo que todavía existe el „Sigue así“. Diariamente hacemos a un lado lo que nos podría mover hoy a entender los últimos tiempos, que ya comenzaron, como un punto de partida para un cambio radical.
Si algunos apartes de la Biblia volvieran a ser escritos de nuevo, si Jesús estuviera entre nosotros en estos días, estoy seguro, él volvería su mirada al aquí y al ahora. El buscaría junto con nosotros nuevos caminos de mostrar la voluntad de Dios a través de nuestras acciones.
Así como el Reino de Dios ya ha comenzado entre nosotros, depende de nosotros darle a ese Reino en nosotros un rostro ante todo en el arrepentimiento y en la conversión. Cuanto más nos acercamos a Dios, más claro es cuál es Su voluntad y qué debe hacerse.
Es como entre nosotros: si estamos cerca el uno del otro, si nos encontramos abiertamente y hablamos sobre aquellas cosas que realmente son importantes, entonces solo hay un hoy. Cada pensamiento „todavía será suficiente mañana“ hace parte del pasado.
Así como alguna vez Dios mirando un día específico dijo: „Es bueno“, así podemos hoy contribuir a que Él diga „Es bueno“ cuando mire el día de hoy en retrospectiva.
Hacerlo todo para que exactamente esto suceda, quiere decir basándonos en las palabras de la mujer mayor, vivir „mi día final.“ Con él estoy hoy frente a Dios y se revela lo que dije, lo que hice y lo que me perdí.
Seguramente ha pasado de moda de hablar del último juicio en esto contexto. Un poema de la poetisa Cecilia Meireles, quiere darnos valor de hacer justamente esto.
La poetisa fallecida en 1964 escribió alguna vez:
En el último piso está lo más bonito,
desde el último piso se ve el mar.
Allí arriba quiero vivir.
El último piso es el más alto.
Solo un camino difícil conduce al último piso.
Y sin embargo quiero vivir allí.
Durante toda la noche se abre el espacio del cielo encima del último piso.
Allí arriba quiero vivir.
A la luz de la luna
la terraza del techo en si se convierte en brillo.
Allí arriba quiero vivir
Aquí las aves encuentran su escondite,
para que los humanos no los cace hasta la muerte.
Desde el último piso
se ve el mundo entero.
En el aire todo parece cercano.
Allí arriba quiero vivir.
(Citado de: Hélder Câmera, Tener sin aferrarse, página 111)
Para mi es una imagen maravillosa para un lugar que nos ofrece una perspectiva saludable del mundo allá abajo. Visto desde allá arriba muchas cosas se ven diferentes.
A veces es un camino difícil hasta allí. Cuando llegamos a ese sitio a pesar de todos los esfuerzos y a lo que en el día de hoy se opone, se nos abre un mundo, una perspectiva del mundo, que no puede ser más clara.
Que Dios nos de la fuerza y la resistencia de escalar hacia este lugar en el día de hoy, este lugar de contemplación, arrepentimiento, gracia y salvación.
Amén