Sobre pastores, el ángel del señor y un burro

Sermón de Nochebuena

24.12.2022 – 5 de la tarde

Cristo Rey – de Pastor Thomas Reppich

Lucas 2,8-20

8 En esa misma región había unos pastores que pasaban la noche en el campo, turnándose para cuidar sus rebaños. 9 Sucedió que un ángel del Señor se les apareció. La gloria del Señor los envolvió en su luz, y se llenaron de temor. 10 Pero el ángel les dijo: «No tengáis miedo. Mirad que os traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. 11 Hoy os ha nacido en la Ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor. 12 Esto os servirá de señal: Encontraréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». 13 De repente apareció una multitud de ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían: 14 «Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad».[3] 15 Cuando los ángeles se fueron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: «Vamos a Belén, a ver esto que ha pasado y que el Señor nos ha dado a conocer». 16 Así que fueron de prisa y encontraron a María y a José, y al niño que estaba acostado en el pesebre. 17 Cuando vieron al niño, contaron lo que les habían dicho acerca de él, 18 y cuantos lo oyeron se asombraron de lo que los pastores decían. 19 María, por su parte, guardaba todas estas cosas en su corazón y meditaba acerca de ellas. 20 Los pastores regresaron glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído, pues todo sucedió tal como se les había dicho.

Sobre pastores, el ángel del señor y un burro

Queridos hermanos,

Cada año otra vez (así comienza una canción de Navidad alemana), venimos en Nochebuena para reunirnos, para compartir la alegría que Dios se hizo hombre.

Cada año otra vez y sin embargo para algunos hoy algo es diferente a lo habitual. Comenzando porque una persona amada ya no está a nuestro lado y pasando por las cosas  que días atrás han sido diferentes a lo habitual.

El Evangelio de Navidad que hoy es base para el sermón, nos es muy familiar. Tal vez a ustedes les pase igual que a mí: me pregunto cada vez nuevamente ¿con cuál de los personajes descritos me identifico más?

Allí están primero que todo María y José y naturalmente el Niño Jesús.

Allí están los pastores en el campo.

Allí hay un ángel y una multitud de ángeles.

Y finalmente allí están las personas que escuchan las buenas nuevas que les relatan los pastores.

Sé que faltan figuras muy importantes que son incluidas en los pesebres de Navidad: el buey y los sabios o reyes de Oriente.

Y hoy falta alguien más. Pero más adelante hablo de eso.

Los pastores siempre me han llamado especialmente la atención. Para mi siempre han sido un símbolo que representa a la gente sencilla. Gente que trabaja muy duro todo el tiempo. Las ovejas que les han sido confiadas están bajo su cuidado. Siempre están en la búsqueda de los mejores pastos. De noche casi no pueden dormir. Tienen que estar alerta por los animales salvajes que están al acecho para matar y comer una o más ovejas. No duermen en camas, a veces tienen que vivir de mano a boca. Y sin embargo sin felices. Si a sus ovejas les va bien a ellos también les va bien.

Para el evangelista Lucas está muy claro: los pastores deben ser los primeros en enterarse del nacimiento de Jesús. Cuando el ángel del Señor se les aparece, se asustan terriblemente. Tienen miedo. No pueden comprender lo que está sucediendo.

Cuando el ángel les dice: „¡No tengan miedo!“, se tranquilizan – aunque seguramente las palabras no les quitaron del todo la sensación de malestar en el estómago.

Tal vez se preguntaron: „¿Por qué se nos apareció un ángel a nosotros y no al rey?“ Todavía tienen muy presente la manera tan despectiva en que los miran algunas personas de la ciudad cercana. „¡Ustedes huelen feo! Váyanse de aquí.“  Estas palabras las recuerdan muy bien.

La noticia del ángel les causa curiosidad. „El Salvador ha nacido hoy.“ Por un momento dudan. ¿Los padres del niño los dejarán verlo? ¿Y qué va a pasar si también ellos piensan de manera despectiva de ellos y los ahuyentan?

Ellos son valientes y se ponen en camino a pesar de todo. Quieren ver el milagro con sus propios ojos. Aún no es claro en qué consistirá el milagro. No hay obsequios ni regalos especiales que pudieran aliviar sus vidas. Algo muy diferente los impulsa hacia adelante:

El deseo de ser del agrado de ese Salvador. Solo quieren seguir siendo quienes son. Un milagro sería  para ellos si experimentaran el mismo respeto que los poderosos de su tiempo, que giraron la rueda de la historia.

Lo que luego encuentran en el establo, difícilmente puede ser superado en términos de humildad. Allí está Él envuelto en pañales sobre heno y paja. Ellos se sienten muy unidos al salvador del mundo porque nació en condiciones muy humildes. Si Dios se muestra de esa manera e incluso se hace hombre, entonces también está muy cerca de nosotros, piensan ellos. Esto los llena de alegría y los hace felices. 

Cuando se ponen nuevamente en camino, no pueden evitarlo, tienen que contarles a otros sobre su experiencia. Esta noche les cambió la vida. Nunca más se van a preguntar por qué no viven en la ciudad para poder pasar la noche en una habitación cálida. Simplemente van a ser felices, porque experimentaron que Dios está a su lado.

Las figuras tradicionales de Navidad incluyen a alguien que solo se menciona indirectamente en la historia del nacimiento: el burro. Fue un compañero fiel en el camino de María y José. También él va a decir algo hoy. Porque lo que tiene que decir sin duda es importante. 

(Burro que habla)

En los últimos días escuché en diferentes lugares aquí en Guatemala una canción sobre mí, que seguramente todos ustedes conocen: El burrito de Belén. Tal vez puedo contarles por qué uno de nuestros antepasados ya estuvo en aquel entonces de camino hacia el pesebre. Creo que, a pesar de los carros todoterreno y los buses malolientes que hay aquí, María y José preferirían sentarse en el lomo de uno de nuestros congéneres.

Somos portadores de carga confiables y muy seguros sobre nuestras patas en terrenos complicados. Somos resistentes e incluso podemos andar en la oscuridad. Quien se sienta en nuestro lomo, tiene que tener tiempo.

¿Pero no es así con todas las cosas importantes en la vida? Necesitan tiempo. Y además quien se toma su tiempo en camino, percibe muchas más cosas, lo que ocurre a su alrededor. En sus carruajes de metal ya nadie puede percibir el aroma de la lluvia.

Si Jesús quisiera viajar hoy, luego de una visita relámpago en donde el santo padre en Roma, a Guatemala elegiría más bien viajar en el bote de un marinero solitario, que buscar el aeropuerto más cercano.

¿Esto qué nos dice? Probablemente, no, estoy muy seguro que aquellas primeras experiencias en el vientre de su madre María, fueron fundamentales para Jesús. También podría decir: aquí fue donde se sentaron las bases de su cercanía a la naturaleza. Jesús no tendría que leer en nuestro tiempo artículos científicos para comprender lo valiosas que son la naturaleza y la diversidad de especies. Si él tuviera que seguir una profesión diferente a la de predicador itinerante, entonces seguro que no estaría de pie en un laboratorio sin luz natural. Más bien se le uniría a los activistas de estos días para exigir un nuevo estilo de vida – sin pegarse en cualquier calle. La resistencia frente al estado, incluso en ese entonces, no era su caso.

Creo que todos deberían tener un burro. Imagínense cómo tendrían que cambiar los caminos entre A y B, para poder cabalgar sobre ellos.

Una última idea: ¿Creer no significa también estar en movimiento? Reflexionen sobre ello más tarde en un momento de tranquilidad. ¿Hacia dónde van? ¿Cuál es su meta?

Aquel tátara-tátara-tátara-… abuelo o fue una abuela, tuvo también una meta en aquellos días antes de Nochebuena. De lo contrario María y José nunca hubieran llegado a su destino. Ustedes saben lo tercos que podemos ser. La meta en ese entonces se llamaba Belén. ¿Ustedes saben cómo le decimos nosotros hasta el día de hoy a aquel lugar que para ustedes se llama „Casa de Dios“? Lugar en el que puedo estar.

¿No es maravilloso? Allí en donde está Dios, allí puedo estar. Reflexionen también sobre esto.

¡Que Dios los bendiga!

Amén.