
Sermón para el primer día der Navidad 25.12.2022
La Epifanía – Pastor Thomas Reppich
Sermón sobre la canción de Navidad luterana alemana número 37 – Estoy aquí frente a tu cuna („Ich steh an deiner Krippen hier“)
Parte I
Estoy aquí frente a tu cuna,
o Jesus, eres mi vida;
vengo, te traigo y te regalo,
lo que tú me has dado.
acéptalo, es mi mente y mi espíritu,
corazón, alma y valentía, acéptalo todo
deja que te complazca.
Queridos hermanos,
Tal vez ustedes también han visto algunos pesebres en los últimos días. Guatemala es rica en diversas representaciones de pesebres. En nuestra casa pusimos tres pesebres guatemaltecos y uno colombiano. Todos son muy diferentes. Nos permitimos detenernos. Quizás respiramos conscientemente más profundo de lo usual. Ahí hay algo que nos quiere tocar, aquí y ahora en la mañana del primer día de Navidad. No es un espectáculo. No sigo siendo el observador de una escena que conozco hace mucho tiempo. No, estoy en medio de ella. Todos formamos parte de un gran evento.
Paul Gerhard observa, con las palabras de la primera estrofa que acabamos de cantar, los eventos de una manera claramente diferente. Somos nosotros los que nos acercamos al pesebre. Estamos ante Jesús nuestro Salvador y no traemos nada más que a nosotros mismos – pero todo esto completamente: mente y espíritu, corazón, alma y valentía.
Es como si Paul Gerhard quisiera anteponer en esta primera estrofa lo siguiente: quien viene al pesebre se trae a sí mismo. No son regalos costosos que otros también podrían tener en su equipaje. Somos nosotros, muy personalmente, únicos e inconfundibles.
Esto me parece maravilloso, que puedo ser yo. Jesús se deja complacer que yo esté frente a él con las manos vacías pero con el corazón lleno. Frente al pesebre puedo encontrar mi centro. Si quiero regalarle algo a Dios hoy, entonces ante todo y sobre todo a mi mismo.
(Canto de la segunda estrofa)
Parte II
Cuando aún yo no había nacido,
me naciste tú,
e incluso me elegiste,
antes de conocerte.
Antes de que fuera creado por tu mano,
ya habías pensado para ti,
cómo querías ser mío.
En la segunda estrofa Paul Gerhard se refiere claramente al Salmo 139: „Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos.“
Por mucho que estemos conectados todos los días con el aquí y el ahora, todo comenzó a nuestro alrededor – también nuestra propia vida – no con nosotros mismos. Somos parte de un contexto más grande que alcanza hasta el pasado y hasta un futuro que para nosotros no es reconocible. El salmista declara: todo ha sido desde siempre.
Siento alivio. Si todo ha sido desde siempre, puedo ser. Paul Gerhard continúa con su idea de la primera estrofa. Somos elegidos por Dios, como él dice. También podría yo decir, somos escogidos por Él, mucho antes de que seamos conscientes de nosotros mismos.
Es así y podemos permitir que nos digan hoy que algo así como una huella genética se creó en nosotros desde el principio cuando fuimos engendrados: hace parte del ser de cada criatura, volverse uno con el creador. Lo llamemos fe o adoración o iluminación espiritual. Todo está predeterminado y llamado a la existencia.
Esta es la conexión por la que Lutero reconoció por sí mismo que también la fe es y sigue siendo un don de Dios. No es la mente la que nos concede la iluminación. Es Dios mismo quien se da. Hoy nos convertimos en destinatarios de regalos.
(Canto de la tercera estrofa)
Parte III
Yo yacía en la profunda noche de la muerte,
tú fuiste mi sol,
el sol que me trajo
luz, vida, alegría y felicidad.
Oh sol que preparas la luz preciosa de la fe en mi
qué hermosos son tus rayos
La tercera estrofa nos muestra la luz y las sombras de nuestra propia vida. No siempre estamos completamente con nosotros mismos. Si, difícilmente podemos decir que estamos completamente en paz con nosotros mismos. Con demasiada frecuencia estamos en la sombra de nuestra propia existencia, estamos dispersos. Nos faltan los pensamientos claros. Nos dejamos llevar, porque otros también lo hacen. Así „la noche de muerte“, como lo formula Paul Gerhard, se extiende.
Una y otra vez escuché que sólo apreciamos lo bueno de la vida si primero hemos pasado por un valle de miedo, necesidad y dolor. Pero nada supera la seguridad y la alegría que nos da la luz, cuando podemos volver a salir de toda oscuridad. Paul Gerhard habla de los rayos del sol que nos da luz, vida, alegría y felicidad.
Puede ser, que de esa luz a veces se siente poco o nada en nuestra vida. Pero está y seguirá estando ahí. Los rayos de la fe son los que brillan en la oscuridad más profunda de nuestra vida.
„La fe es el pájaro que canta cuando la noche aún está oscura.“ Así es como un modismo lo expresa acertadamente.
Mentalmente aún estamos de pie frente al pesebre. Todavía es de noche – pero una Nochebuena. Aún tendríamos toda la razón de estar temerosos y de mirar hacia el siguiente día y hacia el futuro llenos de preocupación. Y sin embargo, desde el pesebre nos llega una luz. Puede ser parpadeante y débil, casi invisible, casi imperceptible para nuestros ojos y sentidos. Pero esa luz nunca dejará de brillar. A veces sólo tenemos que volverla a descubrir.
Quiero finalizar con una oración de Peters Gerlach:
Te agradezco a ti, mi eterna y siempre brillante luz.
Gracias a ti ahora puedo ver.
¿Y que veo en esta luz?
Veo lo mucho que me amas.
Veo que si permanezco en ti,
es igual de imposible,
que en cualquier momento no me amaras
y que yo no te amara.
(PETERS GERLACH, 1378-I411, citado de: Jörg Zink, Bajo el gran arco, Stuttgart 2001, página 317)
Amén.