
Sermón del domingo Quasimodogeniti
Congregación Luterana La Epifanía
Ciudad de Guatemala, 16 de abril 2023
Pfr. Thomas Reppich
Génesis 32, 22-33
22 Aquella misma noche Jacob se levantó, tomó a sus dos esposas, a sus dos esclavas y a sus once hijos, y cruzó el vado del río Jaboc. 23 Una vez que lo habían cruzado, hizo pasar también todas sus posesiones, 24 quedándose solo. Entonces un hombre luchó con él hasta el amanecer. 25 Cuando ese hombre se dio cuenta de que no podía vencer a Jacob, lo tocó en la coyuntura de la cadera, y esta se le dislocó mientras luchaban. 26 Entonces el hombre le dijo: ―¡Suéltame, que ya está por amanecer! ―¡No te soltaré hasta que me bendigas! —respondió Jacob. 27 ―¿Cómo te llamas? —le preguntó el hombre. ―Me llamo Jacob —respondió. 28 Entonces el hombre le dijo: ―Ya no te llamarás Jacob, sino Israel,[2] porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. 29 ―Y tú, ¿cómo te llamas? —le preguntó Jacob. ―¿Por qué preguntas cómo me llamo? —le respondió el hombre. Y en ese mismo lugar lo bendijo. 30 Jacob llamó a ese lugar Penuel,[3] porque dijo: «He visto a Dios cara a cara, y todavía sigo con vida». 31 Cruzaba Jacob por el lugar llamado Penuel, cuando salió el sol. A causa de su cadera dislocada, iba renqueando. 32 Por esta razón los israelitas no comen el tendón que está en la coyuntura de la cadera, porque a Jacob se le tocó en dicho tendón.
Queridos hermanos,
A dónde llegaríamos,
si todos dijeran,
a dónde llegaríamos,
y nadie caminara,
para echar un vistazo para ver,
a dónde se llegaría,
si se caminara.
Así lo formuló el teólogo Kurt Marti alguna vez.
A donde llegaríamos.
Con cada misa llegamos a un lugar al que de otro modo no llegaríamos en la vida. Eso es lo que hace cada misa tan valiosa. Sin poder decir siempre exactamente qué es, Dios nos permite compartir su presencia, se revela a sí mismo y algunas cosas con las que volvemos a la vida cotidiana ricamente dotados.
A dónde llegaría yo.
Esto seguramente lo pensó Jacob en aquella noche cuando luchó con un extraño. Salir huyendo no era una opción para él. Se enfrentó en esta lucha, la cual duraría hasta el amanecer y finalmente venció con un estratagema.
Cuando el vencido admitió su derrota, pidió que le permitiera seguir su camino. Sin embargo, Jacob lo detuvo.
“¡No te soltaré hasta que me bendigas!”
“¿Cómo te llamas?” —le preguntó el hombre.
„Me llamo Jacob.” —respondió.
El hombre le dijo: “Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.”
“Y tú, ¿cómo te llamas?” —le preguntó Jacob.
“¿Por qué preguntas cómo me llamo?” —le respondió el hombre. Y en ese mismo lugar lo bendijo.
Jacob llamó a ese lugar Penuel, porque dijo: «He visto a Dios cara a cara, y todavía sigo con vida».(V. 27-30)
¿Estamos dispuestos a “luchar” por nuestros objetivos? ¿O más bien tendemos a escondernos y dejamos que otros tengan una “nariz ensangrentada”?
No se explica en detalle por qué Jacob desafió tan obstinadamente al adversario nocturno. Seguro que no tuvo en mente solo su propio bienestar sino también el bienestar de su familia.
En su preocupación por los demás, Jacob expresa una actitud que más tarde le valió el nombre de Israel, el Guerrero de Dios.
(Aquellos que conocieron a Joachim Obrock, saben que trabajó mucho por los intereses y el bienestar de los alemanes aquí en Guatemala. Esto seguramente no ocurrió sin resistencias y dificultades a través de los años).
Cualquiera que apela a Dios se convierte en su guerrero.
Todos los domingos hacemos una pausa aquí en la misa. En la presencia del Dios vivo queremos visualizar su acompañamiento y que nos confirme a dónde llegaríamos, si continuáramos nuestra vida en compañía de Dios.
Al mismo tiempo escuchamos y percibimos en dónde no estamos todavía, pero a dónde llegaríamos si realmente camináramos y no nos siguiéramos preguntando “¿A dónde llegaríamos?”
Una figura central de este domingo seguramente es el apóstol Tomás. Incluso cuando otros le relatan que Jesús resucitó, no lo puede ni lo quiere creer.
El testimonio de los demás no es suficiente para él. Él tiene que verlo con sus propios ojos y tocarlo. No parece que Tomás pueda convertirse en un guerrero de Jesús de Nazaret, quien hasta hace poco era venerado.
No somos tan diferentes a él en muchos aspectos. Con frecuencia también nosotros queremos últimas garantías, evaluamos los posibles riesgos y en caso de duda nos decidimos en contra de riesgos innecesarios. Seguro es seguro.
Pero, ¿nuestra fe no se basa justamente en eso, en que desistimos de últimas garantías, porque las tenemos en Dios?
¿Somos capaces de resistir los llamados “ataques” en la vida con todas las fuerzas y recursos disponibles, porque luchamos por la causa de Dios y sabemos que él está de nuestro lado?
El domingo pasado tal vez sorprendió a algunos y a la vez los alegró. Nuestra pequeña iglesia estaba casi llena hasta la última silla – como hace mucho tiempo que no pasaba.
Esta es una señal de esperanza. Si, existen esos momentos que que necesitamos aprovechar como oportunidad y perspectiva.
A dónde llegamos
Si, eso lo pudimos ver el domingo pasado, a dónde llegamos cuando caminamos. Tal vez uno u otro que ha escuchado hablar de eso piensa, “ay, me hubiera gustado estar allí”.
Lo cierto es que con todo lo que planeamos y esperamos que suceda, debe haber una porción de Chuzpe – impertinencia, como se dice en yiddish, de mirar hacia adelante y estar de buen ánimo de que todo lo que planeamos y queremos poner en práctica está acompañado de la bendición de Dios.
(¿No ha distinguido esto también a muchos de los que en algún momento llegaron a Guatemala?)
A dónde llegamos
En el acompañamiento del difunto Joachim Obrock, nosotros y sobre todo la familia, pudimos experimentar algo fundamental. Pudimos percibir la solidaridad y las manifestaciones de condolencia en la presencia de Dios. Pudimos sentir lo importante que es esto y por qué es bueno que existamos como congregación.
A veces la comunidad es como una máquina expendedora de café. Tal vez haya otros lugares en donde el café realmente tenga un mejor sabor. Pero cada una y cada uno, que tal vez al tener una larga espera y que se haya parado frente a ella y haya sacado unas monedas de la cartera, tuvo casualmente a alguien al lado. Rápidamente entabló una conversación. Antes de uno darse cuenta, ya había contado toda su vida. El tiempo de espera que inicialmente era largo ya no parecía ser tan extenso. Y si, el café tenía buen sabor, sin embargo, fue algo que quedó completamente en segundo plano. Haber compartido algo con alguien se convirtió en el verdadero regalo. Algunas amistades iniciaron junto a la máquina expendedora de café.
¿A dónde voy a llegar a tomar café de una máquina expendedora de café?
Solo aquel que haga esto puede obtener un regalo.
La comunidad, cada misa y todas las otras actividades pueden ser momentos así. Solo si caminamos para ver qué regalo está preparado, este puede convertirse en regalo para nosotros. Quien cree que sabe cada vez lo que le espera, tal vez desiste de estos valiosos regalos en la vida.
Al final incluso desiste de aquellos, para los que podrían decir como Jacob lo pudo hacer:
“He visto a Dios, cara a cara.”
Amén