¡Nunca olvidemos esto!

Sermón del domingo Jubilate

Iglesia Luterana La Epifania 

Guatemala, 30 de abril de 2023

Pastor Thomas Reppich

San Juan 15,5

»Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada.

Queridos hermanos,

En el programa imprimí en el día de hoy un ícono (imagen sagrada de la religión ortodoxa) (https://de.wikipedia.org/wiki/Der_Weinstock) el cual encontré en internet bajo la palabra clave „Cristo la verdadera vid“. Desafortunadamente no encontré información adicional, sólo que se trata de un ícono griego.

Sin embargo, lo elegí porque es muy apropiado para el versículo del día de hoy.

Escuchemos nuevamente este impactante versículo que nos es tan familiar del Evangelio de San Juan en el capítulo 15:

Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada.

En su sermón Jesús habla por un lado de la vid y de las ramas. Él mismo se considera la vid, con la que cada rama está unida. Los discípulos, y con ello también nosotros, somos las ramas. Es decir, estamos unidos a Jesús que es el tronco. Estrictamente dicho, no existiríamos si no hubiéramos crecido a partir de ese tronco.

Esto es muy significativo para entender la parábola. Debemos nuestro ser a una conexión. A través de la manifestación encarnada de Dios, Jesucristo, estamos directamente conectados con Él.

También la lectura del Antiguo Testamento, en el relato de la Creación, nos ha dejado claro: somos seres creados por Dios.

Con todo lo que pudiésemos desear para nosotros que fuera diferente hasta el día de hoy, nuestro comienzo estuvo en otras manos.

Con todo lo que nos gustaría cambiar en la vida, algo se da desde el nacimiento, más precisamente, estamos conectados a algo que nos nutre y nos permite ser.

„Yo soy la vid y ustedes son las ramas“, dice Jesús.

Anteriormente Dios hubiera dicho: „Yo soy el SEÑOR, ustedes son mi pueblo.“

¡Nunca olvidemos esto!

Y sin embargo, esto nos lo muestra el ícono claramente, las personas – que se muestran sentadas en las ramas – son diferentes. Sus túnicas tienen los colores fundamentales de la pintura de iconos: rojo, ocre, negro y algo de blanco. 

El pintor indicó así de alguna manera, que las ramas, es decir los discípulos, dan diferentes frutos. Uno entre ellos lleva una túnica negra.

Escuchemos nuevamente el versículo en otra traducción. La leo de la Biblia Volx, una traducción comprensible para los jóvenes: 

Yo soy la vid y ustedes son las ramas que están unidas a ella. Si se quedan cerca de mí y yo también me quedo con ustedes entonces muchas cosas buenas crecerán, buenos frutos. Pero si se alejan de mí, entonces ya nada funciona. (Volxbibel – https://lesen.volxbibel.de/book/Johannes/chapter/15)

Dicho de manera sencilla: si estamos en una buena relación con Jesús, logramos hacer muchas cosas buenas. Pero si no tenemos contacto con Él, entonces todo sale mal.

¡Nunca olvidemos esto!

Lo que salió mal en la historia de la iglesia, en eso no tengo que profundizar. Lo sabemos especialmente en este continente.

Me imagino que en las ramas del ícono están sentadas personas de nuestra época. ¿Quiénes serían los 12 discípulos representativos y en qué túnicas aparecerían?

Me gustaría reflexionar sobre eso con otras personas e iniciar una conversación sobre el tema.

Muy pocos se verían con túnicas doradas o con una túnica completamente negra.

Es probable que la mayoría de los representados llevarían túnicas de diferentes colores.

Ahora rara vez tenemos una vid real ante nuestros ojos. Pero quien observa el crecimiento de plantas, arbustos y árboles, ha podido percibir con frecuencia que a veces hay un momento, un día, en el que una flor o una hoja cambia su apariencia. Justo cuando las hojas adquieren manchas o cambian de color, nuestra mirada se dirige rápidamente hacia el tallo o al tronco y hacia la tierra. ¿Hay hojas nuevas? ¿Las raíces aún están suficientemente bajo tierra? ¿Se secó?

Lo que podemos ver a nivel de imagen en la parábola, nos abre al mismo tiempo una visión de nosotros mismos: imaginemos que somos una de esas ramas de la vid. Al igual que los discípulos del ícono, nos hemos acomodado en una rama. Por muy bien que nos vaya allí por un tiempo, cuando se pierde la conexión con el tronco, todo cambia. Rápidamente se vuelve visible para nosotros cómo cambia el color de nuestra túnica. No creamos entonces que otros no perciben nada de eso. También otros pronto se darán cuenta, si como ramas aún estamos conectados con la vid. Solo tienen que observar nuestros frutos.

No existe un momento en la vida en el que no haya un fruto en nosotros, que podría madurar a través de lo que hacemos

NO ES MÁS

„¿Por qué estás siempre tan alegre?“ Le preguntó el visitante al maestro, que ya había superado los setenta.

„De hecho deberías estar triste, que ya no eres tan joven, que ya has dejado atrás la mejor parte de tu vida.“

El maestro sonrió. „La mejor parte de mi vida siempre es aquella en la que estoy ahora mismo.“

„Muchos saben eso y sin embargo están acongojados“, respondió el visitante, „¿Cuál es el secreto de la felicidad?“

„Que no dejo ningún buen momento parado frente a la puerta, sino que lo dejo entrar en mi alma. Mi puerta siempre está abierta a la vida. Probablemente es eso lo que hace que me veas feliz.“

„¿No es más que simplemente recibir el buen momento?“

„No es más.“

(Hans Kruppa, Cada Día es un Día, Münster 2011, 7.)

¡Nunca olvidemos esto!

No es un capricho del destino, que existamos, que vivamos y que recibamos cada nuevo día como regalo, para traer fruto a cada momento. Recordemos esto en los próximos días a cada paso.

¡Dios nos da aliento!

Amén