
Sermón del domingo Exaudi
Iglesia Luterana La Epifanía
Guatemala, 21 de mayo 2023
Pastor Thomas Reppich
1. Samuel 3, 7
7 Samuel todavía no conocía al SEÑOR, ni su palabra se le había revelado.
Queridos hermanos,
muchas cosas nos quedan ocultas por desconocimiento. No lo percibimos – así como le ocurrió a Samuel. Es como si algo nos alcanzara en una frecuencia desconocida o como si escucháramos algo en un idioma extranjero y no lo comprendiéramos.
Cuando una noche Samuel escucha una voz, piensa que Eli lo ha llamado. Repetidas veces va apurado hacia donde duerme Eli. Escucha claramente que alguien lo ha llamado. Decepcionado regresa a su propio lecho. Ahí había algo ¿Estaba equivocado? Lejos de él creer que Dios mismo podría haberlo llamado.
La historia del llamamiento de Samuel como profeta de Dios nos deja algunas preguntas. La mente no puede imaginarse muy bien – como ocurre con frecuencia – cómo Dios pudiera hablar tan directamente con una persona. Por eso hoy reaccionamos más bien de manera reservada si alguien dice de si mismo, que esto ocurrió. Dios habló con ella o con él.
Pero no le hagamos preguntas a nuestra mente respecto a esto. Ella no nos podrá ayudar realmente.
Para Samuel una cosa sigue siendo segura: entre las muchas voces de su tiempo va a reconocer la voz de Dios. De ahora en adelante va a saber cuándo Dios habla con él.
¿No deseamos también nosotros una consciencia más profunda? ¿Aquella percepción que nos permita sentir inmediatamente que Dios está en contacto con nosotros? O más claramente, dado que Dios siempre está ahí, que tomemos consciencia de su presencia.
Escuchar la voz de Dios, por eso significa estar con Dios. Lo que Él tiene que decirnos no se puede poner en palabras.
Aunque Dios aparece muy locuaz en la tradición de la Biblia hebrea, lo que llamamos Antiguo Testamento. Sin embargo, llama la atención, que en el Nuevo Testamento no se menciona ninguna conversación directa de Él. Esto probablemente se deba a que la gente se desarrolló en su consciencia de Dios. Han experimentado que Él se „comunica“ con nosotros a otro nivel – sin palabras pero con mucho espíritu.
Si queremos hablar a otros de Dios, estamos frente a un dilema fundamental. En principio no podemos hablar de Dios, en todo caso no de la misma forma como la hacemos cuando, por ejemplo, le describimos a otros el lugar en donde estuvimos en nuestras últimas vacaciones.
Muchos evaden este dilema hablando muy rápido de su fe. Testifican a Dios como parte importante de sus vidas, sin describirlo exactamente. Dios está a su lado, los acompaña en las buenas y en las malas y sostiene su mano protectora sobre ellos.
El anhelo de muchas personas hoy por la espiritualidad es grande. Algunos escépticos ven esto como un escape del mundo real, un mundo que se puede describir, una vida que tiene incidentes y hechos claramente definidos.
Sin embargo, esas personas han reconocido, quizás también lo hayan sufrido en años anteriores, que un conocimiento intelectual de Dios los lleva por mal camino. Quieren acercarse a Dios de otras maneras. Ellos escuchan la „voz“ de Dios, su „llamado“, en otro nivel de su consciencia.
Podrían decir, si utilizaran las palabras del Salmista: „Lo que parece precioso en nuestras vidas no es más que un esfuerzo desperdiciado; porque se aleja rápidamente, como si nos fuéramos volando.“(Salmo 90,10)
Esta comprensión, sin embargo, no los sumerge en la desesperación. La consciencia del carácter efímero es más bien un momento de iluminación. Todo lo que es, también pasa.
Hay personas que entran en una disputa violenta con Dios en este punto. Quieren que lo bueno y hermoso del día de hoy también quede preservado para su futuro.
No obstante, lo que Dios ofrece, es algo distinto: su presencia confiable. Incluye todo, lo que nos podría pasar alguna vez. Por eso tampoco existe ese lugar en donde podríamos estar separados de Dios.
Nadie ha podido, hasta hoy, describirlo mejor con palabras que el apóstol Pablo:
„Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.“ Romanos 8,38-39
Estas palabras las podemos escuchar. Nuestra mente puede adivinar su significado. Pero es el Espíritu de Dios, quien nos permite sentir, nos regala consciencia, de que lo escuchado significa nuestra vida.
Así la historia del llamamiento de Samuel es sobre todo una, que nos recuerda, que nuestra consciencia de Dios, primero que todo es un acontecimiento.Todavía estamos dando vueltas aquí en la Tierra. Es como en la imagen de nuestro programa de hoy, de Marc Chagall, Ascensión durante una caminata („Himmelfahrt während eines Spazierganges“): Mientras seguimos dando vueltas aquí en la Tierra, algo se levanta por encima de nosotros. En la presencia de Dios podemos respirar Eternidad.
Amén.