Indigo Danzante XIX

Tanzendes Indigo

¿Merlin, eres tu? ¿Quien si no yo? ¡Tonterías! No necesito un nombre. Me conoces. Eso debe bastar. ¿Tienes miedo, si te pongo un nombre, de perder poder sobre mi? ¿Qué significan esos juegos de ideas? El hecho es que no respetaste nuestro acuerdo. No puedo acordarme de haber aceptado algo semejante. ¡No te hagas el tonto! No lo hago. Pero mantente en tierra con los hechos y deja de querer intimidarme. Un rayo de esperanza cruza por mi mente. Me acuerdo. Es mejor hacer creer a Merlin que tiene el control sobre mi. Callo. Probablemente no estés tan convencida de lo que dijiste… ¡Déjalo! Claro que no. Todavía me das miedo. Eso está bien. Que tiene de bueno, finalmente eres parte de mi. ¡No te preocupes! Solo quiero lo mejor para ti. ¿Lo mejor para mi? No te creo. No tienes otra intención que la de manipularme. Si quieres llamar a tus experiencias, que por lo demás también son mías, manipulación. Eres libre de hacerlo. Obviamente volviste a hablar con la señora doctora. Eso no hace más fáciles las cosas. Solo puedo advertirte. Si sigues así vas a quedarte sola, completamente sola. Tampoco yo voy a poder hacer algo por ti. El juego anda bajo mis condiciones o no anda. ¿Juego? Parece que no escucho bien. Líbrame de tu sarcasmo. No quieres enfrentar la verdad, eso es todo. ¿En dónde estarías sin mi? ¿No fui yo quien te protegió una y otra vez de las decepciones? ¿La prueba sigue pendiente? ¡Compruébame lo contrario! Eso no lo puedo hacer. Eso lo sabes tan bien como yo. Eso es lo que digo. Te protegí de cosas peores. Tal vez solo me impediste tener nuevas y otras experiencias. Todavía eres tan ingenua de creer que puedes ser diferente. Si te escucho, eso es completamente inútil. ¡Así es! Me obligo a callar. Ahora te quedaste sin palabras. ¡Comprende de una vez que sólo puedes confiar en mi! Incluso entonces cuando lo que tengo que decirte es todo menos agradable. Rojo. Podría retorcerle el cuello a Merlín. Una tarea sin esperanza. El sigue siendo parte de mi.

El olor a café recién hecho me atrae a la habitación de la señora doctora. La puerta está abierta. Ella está sentada en su escritorio y hojea en sus expedientes. Está tan sumergida en su trabajo que no me oye entrar. Aprovecho la oportunidad para observarla más de cerca. Su apariencia tiene a primera vista algo de modesto. Su cabello que está recogido en una cola de caballo subraya su apariencia estricta.
No huele a nada. A diferencia de Alwine. Probablemente eso también es parte de su exterior profesional. ¿O solo tiene miedo de aparecer? Sus orejas están adornadas con topos de plata con pequeñas piedras preciosas casi imperceptibles, una rojiza de un lado y otra azulada del otro lado. Inusual, pienso yo. Su bata blanca de mangas largas está abotonada hasta el penúltimo botón. Mi mirada se dirige hacia abajo. No puedo creer lo que veo. Debajo de su bata lleva un pantalón color fucsia. Emito un ligero silbido. La señora doctora debe de haberlo escuchado. ¡Frida! ¿Que haces tu aquí? Su café aromático me atrajo y la puerta estaba abierta. No te lo puedo ofrecer porque ya tomé de él. Pero puedo avisar en la cocina. No es necesario. ¿Te puedo ayudar de alguna manera? Te ves algo perturbada. Usted tiene un pantalón bonito. ¿Estás aquí para decirme eso? No. No realmente. No habría esperado que usted usara un color tan atrevido. Hoy quise ponérmelo. ¿Te parece inapropiado? Todo lo contrario. Es un cambio bienvenido en la paleta de colores estériles de aquí. Entonces mi maniobra en el armario de ropa esta mañana fue buena. La miro con curiosidad. ¿Qué te oprime? ¿Tuviste otra vez la visita de Merlín? Yo asiento. Sabes qué, termino mi trabajo aquí y entonces damos un paseo por el bosque. ¿Qué te parece? Vuelvo a asentir. Nos encontramos dentro de media hora delante de la entrada de atrás. ¿Te parece bien? Allí estaré. ¡Ponte algo deportivo! ¿Qué tiene planeado? Déjate sorprender. Tengo curiosidad. Pero con su pantalón fucsia no puedo competir. No es necesario.

No puedes dejarlo. Déjame tranquila por el resto del día. Si, busqué a la señora doctora y luego voy a pasar tiempo con ella. ¿Celoso? ¿Cómo se te ocurre? Ella nunca podrá estar realmente ser cercana a ti. ¿Diferente a ti? Tu lo dices. Entonces no te será difícil seguir mi deseo de tener algo de privacidad. ¿Privacidad? ¡No seas ingenua! Aunque me muestre o no, aquí estoy todo el tiempo. Sin objeción voy hacia. Mi armario y tomo mi pantalón de trotar viejo. ¡Toma el verde! ¿Seriamente crees que me voy a dejar prescribir lo que me debo poner? ¡Desaparece! Rápido. Comienza una tranquilidad extraña. Tengo miedo del contragolpe. No se da. Tomo el verde. No se si por precaución para evitar más comentarios o por convicción, no lo puedo decir, El verde es un recuerdo de viejos tiempos. No tocar, dice a la altura del pecho. Me lo pongo y salgo de la habitación.