Indigo Danzante XX

Tanzendes Indigo

La señora doctora me recibe con una sonrisa. Tu camiseta es un poco estridente, pero me gusta. El color me recuerda el brillo de un papagayo. Me da alas. Entonces no perdamos el tiempo. Nos alejamos del terreno de la institución. Antes de acelerar el paso, quiero familiarizarte con un secreto profundo sobre el correr. Correr no es para mi solo una forma de desplazarme. Es un acontecimiento espiritual. Con cada paso que doy simultáneamente algo se mueve dentro de mi. Tal vez has escuchado sobre la relación entre el desarrollo de nuestro hablar y el caminar erguido. En el momento en el que de niños nos erguimos y nos atrevemos a dar nuestros primeros pasos vacilantes con sentimientos encontrados, se lleva a cabo un desarrollo de nuestro hablar que parece una explosión. Aprender a caminar significa aprender a hablar. No sin razón los monjes caminan dando vueltas en los pasillos del monasterio. Si estamos atascados con nuestros pensamientos y no encontramos salida del laberinto de las mismas inspiraciones, entonces puede ser verdaderamente liberador ponerse en camino. Realmente quisiera comenzar. Un momento más. Quiero que en los siguientes minutos escuches conscientemente dentro de ti, tu cuerpo, tu respiración. Siente cada músculo y al mismo tiempo deja vagar tus pensamientos. ¡Obsérvate y mira lo que sucede! Ahora puede comenzar. Empezamos con un ritmo moderado, hasta que la circulación y los músculos estén en marcha. Luego vamos a apresurar el paso. En los primeros metros siento cómo los músculos de mis pantorrillas se encogen. Estoy inclinada a detenerme, pero no quiero ponerme en evidencia. Se despertó mi ambición. Luego de un tiempo mis pasos se vuelven más ligeros. Aspiro y expiro uniformemente, pero no puedo evitar que se escuche un ligero resuello. La señora doctora sigue sus propios pasos sin dejarse turbar por mi presencia. Los pensamientos dan vueltas en mi cabeza. Dejo pasar velozmente los últimos días. De momento sin persistencia sin aferrarme por mucho tiempo. Se siente agradable. ¿Cómo te va? Estupendamente. Relajada, libre. Nada parece poder cambiarlo. Sencillamente maravilloso. ¡Mantén, sin pensar en ello, el paso! ¡Confía en tu cuerpo! ¿Ahora qué viene? Usted no dice algo así sin segundas intenciones. La conozco así de bien. Sus palabras siempre son elegidas y llenas de cuidado. Una vez más viste a través de mi. Muy bien, si estás dispuesta, entonces quisiera invitarte a un pequeño ejercicio. Me detengo abruptamente. ¡No te detengas! Todo lo que viene ahora debe convertirse en una experiencia que dominas corriendo. ¿Estás dispuesta? La curiosidad me hace asentir. Nuevamente comienzo a correr. Bien. Ahora te pido, que mientras corres pienses en algo desagradable para ti. Puede ser que tus piernas espontáneamente se vuelvan pesadas y tu sientas interiormente el impulso de detenerte. Sigue corriendo en todo caso. Siento como una parte dentro de mi se rebela. Al mismo tiempo tengo curiosidad qué va a pasar. Comienzo a evaluar los andrajos de pensamientos que surgen en mi. Demasiado fácil. Dejo detrás de mi un pensamiento tras otro. Nada me va a sacar del paso, me digo. Como para ponerme a prueba a mi misma, tomo los recuerdos más dolorosos, pensamientos que trato de evitar normalmente bajo cualquier circunstancia. Mi respiración se vuelve más pesada. Las piernas pesan como plomo. ¡No te detengas! La señora doctora perece haber percibido el cambio en mi intuitivamente. ¡Respira conscientemente! En silencio asiento. Una oleada de calor tras otra atraviesa mi cuerpo. Me limpio las perlas de sudor de mi frente. Voy más profundamente a mis recuerdos. Negro cuervo. Una picada en el pecho. Volteo a mirar. Siento como si estuviéramos detenidas hace rato. En verdad mi correr parece no estar influenciado por mi cacería de brujas interna. Jadeo por aire varias veces. Me lleno de pánico. ¡No olvides de concentrarte en tu respiración uniforme! ¿Aspira la vida, frescura y expira todo lo pesado y difícil! ¡Déjalo detrás de ti! Sigo sus instrucciones. Sorprendida me vuelvo testigo de un cambio interior. Luego de unos cien metros me siento como nacida de nuevo. Floto. La ligereza le da alas a mis pasos. Cuando escucho una voz indistintamente detrás de mi, me doy cuenta cuanto me distancié de la señora doctora. Aminoro el paso hasta que me alcanza nuevamente. Yo ya estaba pensado, en cualquier momento ella se eleva. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan libre. Tal vez nunca antes en mi vida. ¿Te prometí demasiado? Para nada. ¡Corramos hasta el refugio allá adelante y luego nos ponemos en camino de regreso! ¡En el regreso te pido volver a tomar contacto con los mismos pensamientos otra vez! ¿Tiene que ser? Quiero que profundices la experiencia que acabas de tener. Estoy lista. ¡Entonces arranca! En el regreso vamos a acelerar un poco el paso. Dale a tu cuerpo algo de tiempo de acostumbrarse al nuevo reto antes de subirte al carrusel de los pensamientos. Para distraerme un poco dejo resbalar mi mirada camino abajo. Verde. Verde jugoso se mezcla con ocre terroso. Suelo húmedo de bosque se mete en mi nariz. Lo acompaña un olor a pino. Mis vellos en la nariz comienzan a vibrar. Corriendo succiono, salto la vida. Ingrávida olvido todo por la eternidad de un momento, me vuelvo una con el suelo mohoso en el que se hunden mis pies y luego salen rápidamente de nuevo salpicando. ¡Frida! ¿Me prestas tu oido? Aturdida miro hacia arriba, volteo los ojos. Sonrío como hace años cuando el efecto, de las galletas desconocidas hasta ese día, me pintaron una amplia sonrisa en la cara. ¡Vuélvete nuevamente al carrusel de tus pensamientos! Una y otra vez hasta que hayas visto todas las apariciones de tu gabinete de sombras. Se me hace difícil. Quiero permanecer. La perspectiva de huir a otras alturas me atrae. Mi huésped nocturno se acerca sigilosamente a mi cama. Rojo. Un corto respiro, tragar. Lo que viene entonces supera toda imaginación. El rojo se transforma. Azul me viste en forma de espiral. Siento como algo se separa de mi. Algo explota. Una coraza, una pesadez se cae de mi. Y al mismo tiempo es como si el rojo se estirara para dejar su esencia real tras de si. Todavía está allí pero de otra manera. La sinfonía de colores da a luz al índigo.