Estirar la mano hacia el futuro

img_6771

»Las naciones cuyo territorio vas a poseer consultan a hechiceros y adivinos, pero a ti el Señor tu Dios no te ha permitido hacer nada de eso.  5. Mose 18,14 (Versículo del día 12.01.2019)

Queridos hermanos,

Cuando abandonamos nuestro ambiente habitual o comenzamos completamente de nuevo en un lugar diferente, rara vez escasean los buenos consejos. Aunque nuestro interlocutor sepa que no nos puede proteger de nada, tiene la mejor intención al darnos un consejo.

Todo aquel que da buenos consejos cree que estos evitan que el otro tenga experiencias desagradables.

Los hijos responden a estos consejos con frecuencia con un: déjenme en paz con sus consejos. Debo tener mis propias experiencias. Tienen razón, aunque cueste aceptarlo.

Poco antes de llegar a la tierra prometida Moisés obtiene de Dios las últimas instrucciones. Dios, quien es presentado demasiado humano, no puede hacer algo diferente. El también teme lo peor y tiene que advertir a su pueblo. 

Cuidado con lo que viene!

¿De qué se trata? Moisés es advertido sobre el poder de los adivinos y hechiceros. ¿Tiene Dios tanto miedo de su influencia como para tener que advertir a su pueblo? ¿No puede confiar en su pueblo, el que gracias a su presencia pudo huir de Egipto y logró sobrevivir en el desierto? ¿O muestra este aparte más bien el manuscrito de un grupo líder  preocupado por la persistencia de su pueblo?

Como padres sabemos qué poco sentido tienen las advertencias encontradas con las mejores intenciones. Demasiado a menudo generan justo lo opuesto. Los padres tienen más éxito cuando le muestran a sus hijos confianza a través de su actitud. Y esto a pesar de las experiencias tenidas que generan nuevas advertencias.

Dios debería poder soportar con más serenidad lo que a nuestros ojos parece no tener salida, pienso yo. Que Moisés y su pueblo hagan sus experiencias. Que vayan por mal camino y se dejen llevar a la deriva por los adivinos y hechiceros.

Me parece difícil creer que Dios con su ser omnímodo tenga que imponerse a través de palabras astutas.

Una cosa parece clara: se trata de una pretensión

‚Yo soy el Señor tu Dios y tu, es decir ustedes del pueblo de Israel, no deben tener otros dioses fuera de mi.‘

A veces como padre evoqué mi paternidad: ‚¡Si soy tu padre!‘ Le dije a mis hijos casi indignado. Y en el momento en el que lo dije me pregunté ‚¿Por qué dices eso?’ Eso no cambia en nada lo que tus hijos te están mostrando, lo que dicen y lo que están a punto de hacer.

Un pensar preocupado por el futuro puede en ocasiones adquirir rasgos grotescos. Los pensamientos tozudos y raros se independizan y generan frutos extraños.

¿Podrían estos pensamientos rondar en nuestras cabezas y hacernos daño si tuviéramos confianza en el futuro, confianza en otros y en nosotros mismos y en que juntos podemos lograr el mejor de los futuros?

En el curso de la planeada fusión hay temores muy diferentes. Se reconoce la necesidad de ir al encuentro hacia el otro, la búsqueda de una nueva forma de compartir también. Pero las dudas persisten: ¿Los otros no se van a aprovechar de nosotros? ¿Vamos a ser reconocidos en lo que alguna vez nos hizo diferentes?

Si somos honestos, a todos nos va igual en lo privado, en la comunidad y también con el Dios tan humanizado en el día de hoy: basándonos en supuestas experiencias construimos un transcurso del futuro sin esperanza. Y aunque en el fondo lo sabemos, nos mantenemos agarrados vehementemente a esa actitud.

Sin embargo el futuro es más que un alargue de un pasado como quiera que haya sido. Es como una tierra prometida y aún desconocida para nosotros. En ella vamos a encontrar una y otra vez a personas que nos quieren desviar de nuestra meta y que van a tener buenas razones para dejar de hacer lo uno y hacer lo otro. No tratemos de evitar encontrarlos en el camino. Enfrentémonos a sus puntos de vista y a sus manifestaciones críticas. No nos van a desviar del camino, sino al contrario, nos van a hacer más seguros en nuestras intenciones y metas.

Los hijos (niños) se muestran valientes y decididos si uno no trata de persuadirlos de desistir de toda intención para desarrollarse… y curiosamente: ellos regresan cuando se han perdido en el camino. Ellos saben a donde pertenecen y en dónde es su hogar.

Me detengo por un momento y escucho una voz: ‚levántate toma tu esperanza y llévala hacia el futuro esperado por ti!‘

Y respondo a esa voz: ‚voy a ponerme en camino. Nada me va a desviar. Cada día voy a estirar mi mano hacia el futuro, con cuidado, como hacia un pájaro.‘ Amén.

Göttschied – Idar-Oberstein, 12.01.2019