
“¡Detente inmediatamente!”
“¿Aquí? No se puede. No puedo arrimar al lado derecho sin más. Está prohibido.”
“Tengo que ir al baño.”
“Tienes que aguantar un poco. Me detendré en la próxima oportunidad.”
“Me voy a hacer en los pantalones.”
De mala gana él se detuvo abruptamente detrás de la siguiente colina.
“¡Apúrate! No quiero que la policía local me capture.”
“Puedes decir que soy tu hija y que no aguanté más. ¿O no estás huyendo de tu esposa?”
Él no respondió, Apartó la mirada y miró a través de la ventana del conductor. Por un momento se arrepintió de haberla llevado con él.
“Ya vuelvo”, trató ella de calmarlo, mientras que abría la puerta y se bajaba afanosamente del carro. Después de unos pasos desapareció en un campo de girasoles.
Cuando un carro que pasaba pitó, él se estremeció. Enervado cerró los ojos y respiró profundamente.
“¿Qué pasa contigo?”
De nuevo se estremeció.
“¿Podemos seguir?”
“Impresionantes estos campos de girasoles.”
Se quedaron en silencio por un rato. Realmente no se quería encender una conversación entre ellos.
“Perdona, acabaste de recibir algo que no estaba destinado a ti.”
Su tono fue conciliador.
“No te preocupes. No lo tomé a título personal. Para eso no hay motivo. Casi no nos conocemos.”
Él asintió.
“¿Quieres contarme por qué estás tan molesto?”
Por un momento el dudó. Confiar en una persona totalmente desconocida de ninguna manera hacia parte de sus costumbres. ¿Pero por qué no?, se dijo. Mantendrían una relación superficial de conocidos.
“Solo si tú luego me cuentas por qué estás en camino sola con tu morral.”
“De acuerdo.”
“Siempre es el mismo tema, al rededor del cual gira nuestra relación desde hace tantos años. Nunca tuvimos hijos.”
“¿Ambos querían hijos?”
“Sí y no.”
“¿Al fin qué?”
“Realmente, sí.”
“¿E irrealmente?”
“No es tan fácil. Nunca hablamos de ello de verdad. Probablemente lo hace la minoría de las parejas. De alguna manera hace parte de ello. Claro que uno habla sobre si básicamente puedes imaginarte tener hijos juntos.”
“Se tienen hijos. Qué romántico.”
Por un momento él estuvo tentado de terminar la conversación. Pero prevaleció la necesidad de poder volver a hablar de todo con una persona neutral.
“Sin que nos diéramos cuenta entramos en una espiral de intentos inútiles. Esto se mantuvo así por años hasta que nos fuimos alejando cada vez más. Ya casi no era posible tener una cercanía despreocupada.”
“¿Y eso por qué?”
“Estábamos tan centrados en el proceso de procreación, que éste se convirtió en una materia artificial. Una tarea obligada en las noches.”
“Eso no suena bien.”
“Era espantoso. Alguna vez amé mucho a mi esposa. Furtivamente perdí, no sé muy bien cuándo comenzó, cualquier relación hacia ella. Su presencia comenzó a parecerme desagradable. Ese único tema se interpuso entre nosotros. Así perdimos poco a poco cualquier interés en el otro. No pasó mucho tiempo hasta que comenzamos a hacernos reproches mutuamente.”
Él la miró. La mirada de ella estaba dirigida hacia él. Cómo podía ser todo tan diferente cuando alguien solo escuchaba. A él le hacía bien poderse desahogar. Al mismo tiempo lo llenó un sentimiento de profunda tristeza.
“¿Y cómo te va hoy en día con el hecho de no tener hijos?”
“Cuando miro nuestra relación, estoy feliz. Pero al mismo tiempo también muy triste. Me gusta acordarme de mi infancia. Aunque no tuve hermanos, gocé mucho nuestra vida en familia. Mis padres fueron buenos padres, los mejores para mí. Mi esposa tenía tres hermanos. Pasaban muchas cosas. Por lo que sé ella recordaba su infancia como feliz.”
Ensimismado él observaba las marcaciones de los carriles pasando rápidamente.
“Nunca fue una pregunta si realmente queríamos hijos.”
“¿Pero no crees que el deseo de tener hijos y una infancia feliz sean suficientes para el proyecto hijos?”
“Proyecto hijos. Como suena eso.”
“Perdona pero encaja con lo que acabas de describir.”
“Tienes razón.”
En la siguiente oportunidad él se dirigió a un restaurante campestre. Sintió la necesidad de moverse. Al mismo tiempo sintió algo de hambre. Seguro les haría bien hacer una pausa después de su conversación que se estancó una y otra vez.
“¿Quieres decirme que es mi culpa que tú no te pongas las pilas?”
“No. No quiero. Lo que quiero decir es: ¿Por qué nunca hablamos sobre eso?”
“¿Sobre qué?”
“Sobre el hecho de que no pudimos tener hijos. Podríamos haber intercambiado ideas sobre cómo nos sentimos al respecto.”
“Eso se te ocurre hoy. ¿Sabes hace cuánto tiempo pasó todo eso?”
“No te estoy haciendo un reproche. En ese entonces me pregunté varias veces cómo te va. No, yo quería desahogarme y decirte cómo me sentía por los intentos interminables.”
“¿Por qué no dijiste nada? ¿O creíste que yo me guardaba todo fácilmente?”
“En ese entonces estabas muy estresada. Tenías mucho que hacer en tu trabajo.”
“Eso no puede ser. Entonces quieres asegurar que yo tenía demasiado estrés como para poder quedar embarazada?”
“Pero si está comprobado. El estrés disminuye la probabilidad de quedar en embarazo. A muchas parejas les pasa.”
“Parejas. Tú lo dices. Parejas. Como en todo también para tener hijos se necesitan dos. Tú no tenías menos estrés. ¿Olvidaste cuántas noches trabajase de largo? No es de extrañar que no haya quedado embarazada.”
“La cuestión sobre el culpable no nos lleva a ninguna parte. Solo me pregunto por qué nunca nos sinceramos. Como ahora, cuando en el fondo ya es muy tarde.”
“Entonces deja de hacerlo. Yo no te obligué a revolver en asuntos pasados… y menos aún en unos tan dolorosos.”
Más y más él tenía la impresión que todas las palabras retenidas a través de los años, palabras que en lo oculto, seguían existiendo sin haber salido a la superficie y se iban a derramar encima de ellos en una única erupción imposible de controlar. Sorprendido sobre sí mismo, conmocionado por la violencia con la que producía los pensamientos que él creía perdidos hace tiempo, le pareció aconsejable hacer otra pausa. La naturaleza de la conversación no le gustaba. No lograban mantenerse en el tema real.
¿Existía ese tema? ¿No era lo real muchas veces la expresión de lo irreal sobre lo que uno no habla? ¿Tenía su ‘no poder hablar’ incluso un contexto completamente diferente? ¿Se habían negado dos cuerpos mutuamente, porque no se podían entender en otros aspectos? ¿No se había convertido en un campo de batalla el supuesto tema real, en lugar de lo que se mantenía interpuesto y no pronunciado entre ellos?
Sintió mareo y el piso comenzaba a tambalearse debajo de él.