Eso es todo

Sermón del 5. Domingo después de Trinitatis

La Epifanía – Ciudad de Guatemala

04 de julio de  2021

Pastor Thomas Reppich

1 Carta a los Corintios 1:18-25

18 Me explico: El mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden; en cambio, para los que se salvan, es decir, para nosotros, este mensaje es el poder de Dios. 19 Pues está escrito: «Destruiré la sabiduría de los sabios; frustraré la inteligencia de los inteligentes.»[Isaías 29,14] 20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el erudito? ¿Dónde el filósofo de esta época? ¿No ha convertido Dios en locura la sabiduría de este mundo? 21 Ya que Dios, en su sabio designio, dispuso que el mundo no lo conociera mediante la sabiduría humana, tuvo a bien salvar, mediante la locura de la predicación, a los que creen. 22 Los judíos piden señales milagrosas y los gentiles buscan sabiduría, 23 mientras que nosotros predicamos a Cristo crucificado. Este mensaje es motivo de tropiezo para los judíos, y es locura para los gentiles, 24 pero para los que Dios ha llamado, lo mismo judíos que gentiles, Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios. 25 Pues la locura de Dios es más sabia que la sabiduría humana, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza humana.

Queridos hermanos,

encarando a la muerte es importante hablar de la vida. Si acompañamos a alguien cuando está muriendo, entonces estamos abrumados de tal forma, como rara vez en la vida. No podemos negar lo inevitable. Si lo hiciéramos, el moribundo tendría toda la razón en ahuyentarnos.

En el rostro de la muerte se puede ver, de lo que realmente depende nuestro corazón. Si nos quedáramos callados ante la inminente presencia de la muerte, el moribundo tendría una razón más para ahuyentarnos. 

La teóloga Dorothee Sölle, quien falleció en 2003 dijo alguna vez en un poema: 

tengo que morir

pero eso es todo

lo que voy a hacer por la muerte

voy a reír en contra de ella contar cuentos

cómo fue burlada y cómo las mujeres

la condujeron fuera del país

voy a cantar

y sacarle ventaja con cada nota

pero eso es todo  (D. Sölle, civil y desobediente, 1990)

Si, eso lo sabemos: también nosotros vamos a morir. Pero por eso es tan importante, entonces cuando llega – y en el fondo entra todos los días un poco o incluso poderosamente en nuestro mundo – así que cuando se muestre, hay que hablar aún más fervientemente de la vida. 

Como cristianos hablamos del Cristo crucificado, confiesa San Pablo. De cara a la muerte no exigimos señales o milagros ni hacemos uso de conocimientos sabios.

Frente a la muerte vemos historias que son escritas por la vida. No nos detenemos en el momento más doloroso de todos en la vida, cuando hay que despedirse. Me gustaría decir casi intuitivamente que rápidamente apartamos la mirada y miramos hacia la vida, también lo que está llegando a su fin y se está convirtiendo en una parte preciosa de la historia. Recordamos y percibimos en todo la finitud, que aún nos produce miedo, el soplo de la eternidad. Vemos tan claramente, como casi nunca, el continuo permanente. Aquel hilo rojo que nos une a todo y que finalmente nos lleva hacia Dios.

En este instante madura un conocimiento, que es más que un pensamiento, porque hace estremecer a nuestro cuerpo hasta lo más profundo de nuestro ser, mientras que nuestra alma se eleva alegremente por encima de todo; el conocimiento de que la muerte quedó atrás, porque la vida es más fuerte y cada muerte es solo temporal.

Frente a la muerte todas las sabidurías se desmoronan, las palabras que normalmente están llenas de sabiduría se tornan en parloteo hueco. Y para quien eso no es suficiente y quiere alcanzar algo más grande, incluso milagros, o ese milagro, a ese se le escurrirá lo poco que le queda, como arena fina entre los dedos.

Porque esto es así – y este es mi testimonio para ustedes – hay que creer en el Crucificado, no hacer de cuenta como si no hubiera pasado nada. Y sin embargo vamos a contar historias de este hijo de Dios. Vamos a comenzar a cantar canciones de alabanza. Con cada tono del órgano y del piano vamos a poder escuchar la canción de la vida.

“Creo en Jesucristo que resucita en nuestras vidas, en que nos volvemos libres de prejuicios y presunciones de miedo y odio y continuamos su “transformación” (revolución) hacia su Reino” D. Sölle

Quiero retomar este pensamiento maravilloso de Dorothee Sölle. Todo sufrimiento, todos los miedos y miserias nos llevan finalmente de regreso a la vida. En esos momentos vemos la vida sin rodeos, como es. Pero no nos detenemos allí.

En el momento de la muerte a menudo mi mirada se ha desviado del moribundo hacia sus familiares… y detrás del velo de las lágrimas, detrás de toda la tristeza he podido ver algo más…

Frente a la muerte, a algunos les puede parecer como si fuera insensato hablar de la vida. Y sin embargo, quien se sumerge en la muerte, no puede hacer algo diferente que salir de ella de nuevo a la vida.

Ahora, cuando celebremos la Cena del Señor, recordemos al hombre de Dios, temeroso de Dios, que miraba a las personas a la cara y predicaba la vida en todo. Tomemos a este hombre de Dios entre nosotros, acerquémonos a él y sintamos su presencia.

Amén