Indigo danzante V

Tanzendes Indigo

¿Cómo estás? Mejor. ¿Cómo va el calor en tu cuerpo? Se calmó. ¡Me miras tan sorprendida, Frida! Es solo, que me pregunto desde ayer, si usted es mi terapeuta o mi médica. Perdóname, debí de haberme presentado mejor. Soy médica, especialista en psiquiatría. Pero lo que es aún más importante para ti saber, es que soy diferente a otros aquí. Interrumpo. Ese Wittig. Si, el doctor Wittig y otros. Es decir, diferente a ellos, observo el cuerpo y la psique como unidad. Un espíritu saludable, vive en un cuerpo saludable. Correcto. Exactamente así lo veo yo. Y por eso para mi es importante todo lo que tu cuerpo me muestra. Además, hace unos años estuve un tiempo en China durante un descanso profesional y allí tomé un curso de medicina tradicional china. Xian-Mai, te acuerdas? Vagamente. Pensé que usted me estaba hablando de magia vudú. Puedo tranquilizarte. Pienso que para comenzar es suficiente información sobre mi. De todas formas puedes seguirme insistiendo con tus preguntas. ¿Usted no da pastillas? Correcto, las evito al máximo en mis tratamientos. No del todo, pero confío primero en el poder sanador de las hierbas y en la autocuración. ¿O sea que si es vudú? Creo que confundes algo. Quiero decirlo de otra manera. lo que ocasiona disonancia en un cuerpo y simultáneamente acarrea problemas psíquicos, puede muchas veces ser tratado con terapia benéfica y otros medios suaves como el te de hierbas. Veo las señales de tu cuerpo, pero quiero entender todo el contexto. Lo mismo me pasa con tu negro. ¿Negro? Si, a ti te gusta hablar de colores. Y el negro parece tener un significado especial. Hago girar mis ojos. ¿Qué se hace presente en ti? Negro… Todo estaba oscuro antes de que quise saltar. ¿Usted conoce eso? Días en que ni el sol más brillante puede traer luz a su vida. Ella asiente. Todo pasó tan rápido. Hasta hace poco todo estaba bien. Entonces hizo click. Nada más que negro. Si estás de acuerdo, me gustaría volver a nuestra conversación hace un momento en tu cama. ¿Puedes contarme algo sobre tu libro de notas? No se atreva… Frida, no debes tener miedo. Aquí respetamos la privacidad. Nadie lo va a leer si tu no lo quieres. Es mi sagrario. No es un diario. Un lugar en donde anoto lo que es importante para mi. Sentimientos, pensamientos. míos y de otros. ¿Y lo hojeaste esta mañana? Si. Pero al leer puse menos atención en las palabras que leí. Tuve que pensar en el momento en que pillé a mi madre hurgando en mis anotaciones. Y la rabia que sentiste en ese entonces se mostró de nuevo. No. También. Pero la conversación con mi madre. En ese entonces le reproché que estaba buscando indicios en mi libro de notas. ¿Indicios? Rojo. Un calor insoportable me invade. Una presión en el pecho. Mis sienes comienzan a martillar. Cierro mis ojos. La presión en ellas aumenta y se torna intolerable. Siento náuseas. ¿Frida, me escuchas? Levanto y bajo tímidamente mi cabeza. ¡Incorpórate! ¡Respira fuerte dentro de tu tórax! ¡Siente cómo se expande! ¡Concéntrate en tus pies! Están firmes sobre el piso. Te sostienen. La presión en el pecho disminuye. El martilleo cede. Estoy aquí. Te voy a acompañar. Intento sonreír. ¡Toma un sorbo! Me alcanza la taza. El té caliente sabe algo amargo. Desencadena un efecto confortable al tragarlo. Las náuseas desaparecen. Lo siento. Tampoco sé que está pasando. Y si soy honesta, me da algo de miedo. ¡A usted obviamente no! Tu cuerpo no está mostrando síntomas amenazadores. Con el correr del tiempo vas a aprender a entender mejor el lenguaje del cuerpo. Es como en una relación. Si ya no se puede conversar entonces algo anda mal. Así que alégrate, si tu cuerpo habla contigo. Sus palabras tienen algo de tranquilizantes. Y a la vez me generan curiosidad. Quiero saber más sobre el lenguaje del cuerpo. ¿Y que acaba de decir mi cuerpo? Algo es seguro. Hay algo, una parte de tu pasado una parte que muy seguramente es desagradable. Nombraste el color rojo y de los recuerdos que surgieron al hojear el libro de notas, una discusión con tu madre. ¿Hay algo más que se muestre? Esta mañana Brunhild me informó que golpeaste fuertemente con tus brazos y pateaste con tus piernas. Rojo. ¿Quiere atormentarme? De ninguna manera. Quiero ayudarte. ¡Levántate! Vuelve conscientemente a respirar profundamente. Siente tus pies, como están firmes sobre el piso. Rojo. Comienzo a temblar. Rojo. ¿Y qué imagen se muestra? Veo a una figura, como se agacha sobre mi. Está oscuro. No puedo reconocerla. Estoy acostada en la cama. ¡No, yo no quiero eso! ¿Qué es lo que no quieres? Ese hedor a trago. Me volteo hacia el otro lado. Se me acercan una manos. Una tapa mi boca. La otra toca mis senos. Me retuerzo. Ese asqueroso hedor a trago mezclado con olor a sudor mordaz. Las manos están húmedas. Comienzo a patear y a manotear. Quiero liberarme. No lo logro. Él es más fuerte que yo. Oigo un shhhhh! Trato de morderle la mano. Tampoco lo logro. Siento pánico. Dentro de mi grito „¡Mamaaaaaa!“ ¿Por qué nadie me escucha? Mis fuerzas ceden. Pierdo el conocimiento. Sigo respirando profundo. Rojo. Cuando despierto, estoy sola en mi habitación. Siento algo húmedo entre las piernas. Tengo náuseas y salgo corriendo al baño. Tengo que vomitar. Nadie se da cuenta de ello. Es media noche y todos están durmiendo. Experimentaste violencia. Me sacudo del asco. ¿Cómo puede ser eso? ¿En dónde acabas de estar? En mi casa. ¿Quién más estaba? No lo sé. Comienzo a llorar. Lo que viviste en ese momento aún sigue siendo tan grave para ti que no lo puedes ver claramente. No del todo. Seguramente reprimí esa noche. Pero en algún momento escuché un comentario extraño en una conversación entre mis padres „No vuelvas a hacer eso nunca más o te demando.“ ¿Quién dijo eso? Mi madre a mi padre. Estuve pensando en es durante semanas, en lo que mi madre quiso decir. Cuando le conté a mi mejor amiga Anna, ella dijo „Tu padre te… ya sabes.“ Pero tan poco como ella pudo expresar, tan poco lo pude creer, mi padre era mi… titubeo. No puedo seguir diciendo lo que normalmente me salía de la boca de la manera más natural. El abusó de mi. ¿De verdad? Fue el, o es mi mente enferma la que lo quiere ver de esta manera. Ese cerdo abusó de mi. Me desplomo y lloro. La señora doctora se arrodilla a mi lado y me sostiene. Anestesiada por el dolor en algún momento me llega otro pensamiento. Señora doctora hace unos días me encontré con una compañera de trabajo. Ella quería hablar urgentemente conmigo, quería mi consejo. Su esposo la ha violado. Interiormente sacudo mi cabeza en señal de desaprobación. ¿Puede ser, pregunto tímidamente, que la conversación con mi colega haya abierto una vieja herida? La señora doctora me aprieta suavemente. Lo tomo como una aprobación. Y ahora estás en un lugar seguro y puedes mirar tu pasado de frente. Por hoy es suficiente. Fuiste muy valiente. ¡Demos un paseo por el parque! El aire fresco y sobre todo moverte te harán bien.