Indigo danzante XIV

Tanzendes Indigo

Más de treinta y un millones quinientos treinta y seis mil segundos han transcurrido desde que vi la luz de este mundo. Ha ocurrido realmente suficiente desde ese momento. Motivo suficiente para quitarme la vida. Blanco. Energía. Fuerza. ¿Vivir no significa, encontrar siempre de nuevo una razón para que pueda continuar? Mi big bang no fue ayer y algo de la energía que me lanzó a la vida, se gastó hace rato. Y sin embargo no me ayuda mucho detenerme en lo que fue y ya no puede ser. Quiero tener nuevas experiencias. Vivir la vida de una forma diferente si se puede y no anhelo nada con más fervor que dejar la basura de mi pasado, ya que no me puedo deshacer de ella, entonces poder disponer de ella seguro en mi propio repositorio. Anhelo un hijo. Quiero materializarme. De manera única e inconfundible. ¡Para, mi querida! Un hijo en tu situación sería irresponsable. ¡Cállate! ¡Mira de frente a los hechos! Estás lejos de vivir una vida normal. Qué sabes tú de eso. Estoy aquí a pesar de mi pasado. ¿Vea pues, y eso que quiere decir? Yo vivo. Aunque algunos desearon mi muerte. Tal vez no debí de haber nacido. Tu madre no lo quería. No, no lo quería. Por eso no pudo ayudarme. Aborto a última hora. Ella siempre me deseó lo peor. ¡No seas desagradecida! Desagradecida, no me hagas reír. ¿No fue ella la que me negó su ayuda? Ella debió… ¿Qué? Ella hubiera podido sacar la verdad a la luz. La verdad. Una idea demasiado vaga de aquello que llamamos existencia. Voy a seguir caminando sin mi pasado. Todavía no sé hacia dónde. Pero voy a avanzar paso a paso. Si algún día miro atrás, nada me va a recordar el pasado. Nada, absolutamente nada. Soñadora. Nunca vas a escapar de tu pasado. Es tu marca de Caín. Todos van a reconocerte. Eres infame. Te confronto con hechos que tu quisieras olvidar demasiado pronto. ¡No hay escapatoria! Los traumas son la maldición de la infamia de una persona que ha perdido la relación hacia sí misma y con ello hacia su existencia. ¡No juegues a la intelectual! ¡Quédate en los hechos sin adornos! No tengo nada diferente en mente. No creas que me puedes seguir desilusionando. Ya no me das miedo. Voy a vivir con todo lo que está en mí, así te guste o no. Eso no es mucho. Te equivocas. Hay mucho más en mi de lo que algunos han querido ponerme en blanco (juego de palabras en alemán blanco significa claro) a lo largo de mi vida. ¿Blanco? Si, blanco. La luz del comienzo. Soy parte de ello. Tu pareces haberte concentrado más en los incómodos productos de desecho. Yo prefiero dejarme lanzar por la energía del ser a la vida. Soy parte de una eterna corriente de vida. Tampoco tu pesimismo va a poder cambiar algo en eso. No se puede replegar todo el ser. Algo nos hace avanzar. Si quieres quedarte atrás, es tu decisión. Yo me decidí por la vida. ¡Apártate de mí! En mi ya no hay espacio para ti. No hay espacio para intentos de explicación baratos. Ningún espacio para tu pesimismo que desprecia la vida. Realismo. Llámalo como quieras. A mí me da lo mismo. Tu infamia, que viene por ahí envuelta en un abrigo de caridad, me repugna. No vas a poder ser nada sin mí. ¡Claro que sí! Pronto vas a gemir y suplicar, vas a llamarme. Pero ya no voy a estar. Qué bueno. Casi no lo puedo esperar. Como experta en fracasos no eres útil para nadie. Hazte reeducar. Los tiempos en que las personas se dejaban intimidar por amenazas ya pasaron. Tú vives de que todo es como es y aparentemente no puede ser diferente. Eso es destructivo. Y tú en vez de eso eres constructiva. La existencia que no se materializa, no existe. ¿Eso qué quiere decir? Prefieres dejar todo como era. Es tu decisión. Todo lo que es, sea bueno o sea malo, pasa. Pretender que no es así es sacrilegio. La vida es un bien sagrado. Pasarla por la suciedad, sea por una vileza, sea porque uno habla mal de la vida es un acto audaz. Muestra necedad. Dime una cosa: ¿Te es posible evitar que la hierba crezca? ¿Por qué debería? Entonces déjame ir. Tus días están contados. Entre más pronto lo comprendas, mejor. ¡No sigas jugando a la cuidadora de mi misma! Me necesitas. Eso no va a cambiar. Te di poder por demasiado tiempo. Poder, no era más que control que vestiste en el abrigo de la preocupación. Te descubrí. Estás desenmascarada. De ninguna manera. Lo que tu llamas poder y control fue y será necesario en el futuro para protegerte de ti misma. No estás aquí sin razón. Estoy aquí, porque mi visión sobre la vida estaba desajustada por acontecimientos en mi pasado. Esa maldición la voy a dejar atrás de manera exitosa. No conozco a nadie que lo haya logrado. ¡No seas ingenua! Si me mandas lejos, vas a terminar igual que Pia. Como eres de miserable. ¿Tienes noción de lo que forzó realmente a Pia a la muerte? De verdad que es suficiente. Tengo mejores cosas que hacer, que seguir discutiendo contigo. ¡Perdóname! A paso flotante salgo de mi habitación al corredor y bajo las escaleras rápidamente. Blanco. La vida está ante mí. Voy afuera. Me encuentro con un viento helado. Estoy dispuesta. Voy para allá.