Indigo danzante XXVIII

Tanzendes Indigo

Abandonar los muros con la frente en alto. No me hagas reír. Tu otra vez. Quién más podría confrontarte con el ser miserable de tu existencia. Una palabra de aliento de la señora doctora y flotas en las nubes. ¿Cómo? Estoy lejos de ello. ¿Entonces borras las velas? No voy a claudicar. Así sea lo último que logre hacer. Hace un rato todo sonaba diferente. Un pequeño ataque de debilidad. ¿Ataque de debilidad? Estuviste en las últimas. Incluso si así fuera tu insistencia no me ayuda. Sé, lo que pasa conmigo. Necesito palabras de aliento y no ataques desmotivantes. ¡Así que vete al diablo! ¿Cuántas veces más tengo que decírtelo? ¡Frida! ¿Cómo estás? Alwine, que bueno verte. Mi peor mitad está haciéndome la vida un infierno. Estoy deshecha. En los últimos días ya me había sentido mejor una vez. Acabo de saberlo. ¿Qué? La señora doctora. Ella habló sobre nuestro encuentro. Debí de haberlo sabido. A veces ella no es mejor que ese espíritu destructivo. Que nadie pueda entender que de vez en cuando solo se quiere expresar las cosas. Como una limpieza interior. Que salga todo lo que hay dentro de uno y que lo aplasta contra el suelo. Ella asiente. ¿Nunca te dices a ti misma que no estás en el lugar en el que quisieras estar? Y en el lugar en el que realmente estás, no puedes estar. La vida no puede consistir solo en tener que arreglárselas con todo constantemente. Demasiado bueno. Si estas vueltas internas no paran de una vez, entonces… Ay, está bien. Eso le dije a la señora doctora. Le pediste ayuda. Fuiste demasiado lejos. Tu vida sigue siendo tu vida. La responsabilidad sobre ella la tienes solamente tu. Rojo. Ya no lo puedo escuchar más. Es posible que tengas razón. Con ello la locura dentro de mi cabeza no está dominada de ninguna manera. La vida es cruel. Tiene facetas crueles. Lo que otro constantemente difama, ustedes tratan de convertirlo con la misma manía en algo positivo. Supongamos que yo pudiera verdaderamente comprender claramente el horror de mi pasado en algún momento. ¿De qué me serviría? No es ninguna historia de brillo y gloria. Si lograras… Tu tampoco lo crees. ¡No me voltees cada palabra en la boca! Me siento mal entendida e incomprendida. Me comparan con otros casos y dependiendo, sopesan si el dictamen es ligero o si es muy pesado. Tal vez es mejor dejar de hablar por un momento. Damos vueltas en círculos. Ahora tengo libre. ¿Qué opinas de salir a caminar? Podríamos dar una vuelta por la nieve. Voy a ponerme algo encima. Abajo en la salida al jardín. En la salida. ¿Estás vestida lo suficientemente abrigada? Ella apunta hacia mi saco tejido. En algunos sitios está casi perforado y parece una bayeta vieja.  Déjalo así, mamá. Ella se ríe. No quiero tener que devolverme inmediatamente. Algo de helada me hará bien. El aire fresco despertará mis espíritus de la vida. ¿Ah, eso crees? No, lo sé. ¿Crees en Dios? Yo la miro asombrada. Niego con mi cabeza. ¿Entonces no? No sé. ¿Por qué la pregunta? Sólo pensé. Acabas de decir con vehemencia ‚lo sé‘. ¿Y? Olvídalo. En otros tiempos. De niña. Pues si. De alguna manera hacía parte de todo. En el momento, realmente hace años, que no me ocupo especialmente con ideas como esa. Aunque, hace algunos años tuvimos un caso bastante extremo aquí. Una adolescente, más no puedo decir, pero eso qué papel juega. ¿Alguna vez vas a hablar así sobre mi? Una adolescente, una loca que quería suicidarse solo porque alguien la había violado. ¡Frida! Deja eso. Eso es indigno. ¿Por qué debería hablar así sobre ti? ¿En realidad, por qué deberías hablar sobre mi? ¿Hablas a otros sobre mi afuera? No. Detente. La adolescente. ¿Que pasaba con ella? Me quedo parada y observo mis huellas en la nieve. Blanco. Me imagino que mi estropeada vida sencillamente desaparece bajo una fresca capa de nieve nueva. Alwine está a unos pasos delante de mi. Se detiene y mira hacia atrás. ¡Quieres regresar! ¿Tienes frío? No, no. Ya voy. Blanco. Acabo de pensar en lo agradable que sería poder esconder toda mi mugre completa debajo de nieve nueva pulverizada. En aquel entonces cuando la adolescente. Es decir una ella. ¿También tiene un nombre? Llamémosla Ella. Tal vez entonces des tregua. O no te interesa. Si, si. ¡Continúa! Por aquella época hubo un invierno muy fuerte. Tuvimos que sacar a Ella varias veces del jardín completamente congelada. Una vez ella había hecho una cueva de nieve. Primero no la encontramos. En todo caso sus padres pertenecían a una congregación devota. ¿A una secta? No lo puedo decir. En todo caso opinaban que su hija no necesitaba ninguna pastilla. Venían todas las noches y se sentaban al lado de su cama por muchas horas para orar. A veces traían a otras personas. Tenía algo de tenebroso. ¿Tenebroso? El padre tenía una mirada oscura, penetrante. ¿Y cómo siguió todo? Al final sus padres la volvieron a sacar. ¿Sacar? Se la llevaron bajo su propia responsabilidad para la casa. ¿Qué fue de ella? No lo sé. De todas formas ella nunca volvió a aparecer en donde nosotros. Desapareció sin huella, qué lindo. ¡Frida! Tu humor negro no es adecuado. Qué sabes tu. Cada uno de nosotros aquí estaría feliz si pudiera simplemente irse. Rojo. ¿Tienes idea de cómo se ve realmente dentro de nosotros? Ella calla. ¿Fui demasiado lejos? Ella se aparta. ¡Perdona! No quise decir eso. Es solo que. Tu sabes. ¿No soy tan ignorante? ¡Perdona! Disfrutemos del aire fresco. Hoy no encuentro las palabras adecuadas. O digo cosas que sólo irritan a los demás. Eso no me lo hace más fácil conmigo misma. ¿Silencio? Silencio. Blanco. De nuevo ha comenzado a nevar. Gruesos copos danzan alrededor de nosotras. Con la lengua estirada trato de agarrarlos. Alwine se ríe conmigo. Ella me imita.